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Por fin el federalismo tiene presencia social

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Cosme Modolell


 


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Nunca como ahora, se ha hablado tanto del Federalismo, en los mentideros, en los papeles, en las radios y en la televisiones de toda Europa, el Federalismo ha adquirido carta de relevancia; por cuanto un día tras otro ocupan portadas.


El canguelo de David Cámeron, ante la posibilidad de perder el referéndum escocés, le ha obligado a aceptar la realidad que el mundo está cambiando y que las viejas fórmulas nacionalistas que han funcionado desde el final de la II guerra mundial, han quedado completamente obsoletas; y es muestra del buen hacer del político británico, que después de la rotunda victoria de su posición en el referéndum, en lugar de enrocarse en su idea ancestral, plantee un decido avance hacia una estructuración federal en el Reino Unido de la Gran Bretaña.


Todo lo contrario sucede en España, donde Mariano Rajoy, pese a tener la victoria asegurada, en el llamado proceso catalán, al disfrutar de la ventaja que este se plantea al margen de la constitución, cuestión que le asegura la ilegalidad del camino emprendido por el nacionalismo catalanista y en consecuencia que no pueda plantearse oficialmente el dilema. Pese a que el primer partido de la oposición, acepta la necesidad de modernizar el país, a través de una reforma constitucional en un sentido federal, el se cierra en banda y desde su bunker, donde lleva tres años agazapado, declara el inmovilismo, como sagrada doctrina, que debe permitirle, mantenerse en el poder por los siglos de los siglos.


El y sus correligionarios, emulando al sector más integrista de la iglesia católica, no quieren ver que el mundo ha cambiado radicalmente y que hemos entrado en una nueva era donde la libertad de pensamiento, nos ha conducido a rebuscar en los grandes principios humanistas de la libertad, igualdad y solidaridad, las bases de una nueva concepción de la convivencia humana dentro de los principios de justicia social.


Con todo, la idea federalista, va calando, día a día en los ciudadanos, españoles, que empiezan a comprender la inutilidad de las llamadas patrióticas del nacionalismo, capaces tan solo de conducirnos, tal y como hoy hace cien años, a una confrontación armada capaz de causar 10 millones de muertos durante cuatro años en Europa.


¿Como si no a través del federalismo, con gobiernos a distintos niveles capaces agruparse entre si cediendo soberanía, y pactando de manera clara y transparente cesiones de competencias exclusivas e irreversibles de cada nivel, se puede evitar la confrontación y competencia entre naciones que pugnan por competir entre ellas por situaciones de minio de unas sobre otras?


Dialogo, Negociación y Pacto son las bases de la democracia y también la esencia del federalismo, cuestión que hoy desde el nacionalismo se pretende desvirtuar, situando por encima de ellos el derecho al voto, que no es más que una herramienta de ratificación de la voluntad popular, consecuencia de la finalización del proceso de Diálogo, Negociación y Pacto.


Un ejemplo muy claro de la aseveración que acabo de hacer lo tenemos en el llamado proceso catalán hacia la independencia, donde un ultranacionalista catalán Artur Mas, y un ultra nacionalista español Mariano Rajoy, hace poco más de dos años, cierran en menos de media hora, la reivindicación del primero de una mejora en la financiación catalana, Cuando Mas intenta imponer su versión y Rajoy se limita a negarlo sin proponer alternativa alguna; y a partir de ahí quizás solo se han entrevistado un par de veces, con el mismo posicionamiento de ambos; ¿Se puede decir que hay voluntad de Dialogo Negociación y Pacto? Hoy Artur Mas, quiere presentar ante el mundo, la negativa a permitir el camuflado referéndum de autodeterminación por parte de Rajoy, como un atentado a la democracia, por cuanto el sitúa, el hecho de votar como el único principio democrático a considerar menospreciando los más esenciales: Dialogo, Negociación y Pacto.


De todas formas renace en mi la esperanza, pues como he dicho al principio, veo que en países de los que podríamos llamar recalcitrantes en lo que a nacionalismo se refiere el gusanillo del federalismo empieza hacer mella, por lo que es de esperar que más temprano que tarde, la mayoría que hoy parece convencida por los planteamientos nacionalistas, periféricos o centralistas, empiecen a ver la luz de un futuro de progreso y alejado del enfrentamiento fratricida.


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