La tierra para quien la trabaja

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Cuando el revolucionario mejicano Emiliano Zapata adoptó el lema: “La tierra es de quien la trabaja”, en la Revolución que lideraba Francisco Ignacio Madero González, en 1910 y cuyo primer general era Pancho Villa, económicamente hablando, la sociedad, no solo mejicana, sino en buena parte del mundo, era eminentemente agrícola, dominada por grandes terratenientes, que tenían sometidos a los que trabajaban sus propiedades en un régimen de semi esclavitud. La expresión hizo fortuna y fue adoptada, más tarde en la revolución rusa de 1917 y en la de connotaciones anarquistas en España de los años 30, por la circunstancia que en todas ellas el proceso industrializador se encontraba aún en sus inicios y las organizaciones de la nueva clase social, el proletariado, eran del todo incipientes, siendo el sector agrícola el preponderante.


Si hoy, cuando como entonces, se está acabando un mundo en que la industria es aún el factor dominante y los grandes propietarios intentan amortiguar las consecuencias de su inevitable caída, oprimiendo al proletariado hasta límites nunca vistos y privándole de sus derechos sociales laboriosamente conquistados, mientras emerge el sector financiero, como nuevo poder absoluto, dominador de vidas y haciendas, llegan a surgir movimientos revolucionarios como entonces, con toda seguridad, habría que buscar un nuevo lema, que transmitiendo la misma idea de fondo, estuviera adaptada a la nueva realidad. “Las fábricas son de los que trabajan en ellas” podría ser un buen ejemplo, aunque entonces quizás cometiéramos el mismo error que nuestros antepasados cometieron, como fue pensar que en un futuro nada cambiaría, y la agricultura seguiría siendo el centro de la economía mundial y dejaron en manos de las élites la comercialización de los productos derivados del campo, otorgándoles además el poder de fijar los precios, siendo así que los poderosos terratenientes de antaño, siguieron manteniendo el poder y mantuvieron a sus antiguos laborantes, hoy pequeños propietarios sometidos a una economía de supervivencia, mientras ellos gozan de grandes beneficios.


Sentadas estas bases, si les diré que en un futuro inmediato, será del todo revolucionario, que los trabajadores se responsabilicen de la gestión y la propiedad de los medios de producción, en la fórmula que conocemos con el nombre de “Economía Social” y que esta fórmula adquiera el volumen necesario para ser mayoritaria y determinante en el conjunto de la economía de la UE, Rusia, China, India, Japón y el sudeste asiático, más adelante y si nos atrevemos a soñar un poco en los Estados Unidos de América. Pero cometeríamos un tremendo error si paráramos en este punto, el proceso revolucionario que ello implica, pues si como ya intuimos hoy, las élites se refugian en el sector financiero, y se agrupan, concentran sus compañías, si les permitimos que sigan controlando los grandes sectores de la distribución, y mantener la dependencia de ellos que nos esclavizaran aún más para tenernos dominados, y promoviendo al cabo de un tiempo la contra revolución que viene a revertir los logros trabajosamente conseguido con grandes sacrificios. ¿Qué ha sido sino la contra revolución neocon a la socialdemocrácia que impulsaron en los años 90 Ronald Reegan y Margareth Tatcher? ¿No se han dado cuenta Vds. aún que gran parte de los males que hoy estamos sufriendo, incluida la crisis económica, no son más que las consecuencias de esta reacción?


Volviendo al tema, se que en unos momentos de cambio tan fuertes como los que vive el planeta en estos tiempos, es extraordinariamente difícil, prever cómo evolucionará el sistema, sobre todo en su parte económica y social, pero estoy seguro que economistas y otros expertos si deben ser capaces de intuir al menos porque derroteros, vamos a caminar pasado mañana; es por ello pienso, que los partidos políticos de la izquierda razonable como el PSC y el PSOE y otros en los diversos países de la UE, deberían estimular a estos sabios, de ideología afín, que haberlos haylos, a que estudien y busquen soluciones dentro de los cánones de la izquierda, para que podamos hacer realidad en un futuro no muy lejano el lema zapatista, “La Tierra para quien la trabaja”, convenientemente adaptado a la nueva realidad y sin que sea posible que al cabo de un tiempo, nos sea usurpado de nuevo como nos ha sucedido 70 años después que la socialdemocracia salvara Europa, del desastre de la II Guerra Mundial.

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