La situación laboral en el Siglo XXI

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Cosme modolell 2Ha llegado el momento en que debemos dejarnos de historias, nacionalistas, de proteccionismos dentro de pequeñas fronteras, y darnos cuenta que la lucha de clases la están ganado los ricos y poderosos a nivel planetario y que si no sabemos reaccionar a tiempo, el futuro inmediato que vamos a legar a nuestro hijos y nietos, no va a ser una camino de rosas precisamente sino un viacrucis cargado de dolor y sufrimientos, hasta que alguien con sentido común y dotes de liderazgo sea capaz de ponerse al frente y conducir de nuevo a los asalariados por la senda del progreso y la justicia social.


En el pasado siglo XIX, cuando la industrialización daba un vuelco a la sociedad, cuando nació una nueva clase social, el proletariado, cuando incluso las estructuras sociales más esenciales como la familia, sufrió una profunda transformación; las grandes élites del momento pretendieron llevarse la mayor tajada del pastel dejando solo las miajas para las mayorías sociales. Fueron necesarios la aparición de grande líderes y pensadores, Marx, Engels, Pablo Iglesias, Pi Margall, Abdón Terradas, etc. etc. que organizaron y lideraron al proletariado, hasta obligar a las élites a ceder parte del pastel y compartir el bienestar que proporcionaban las nuevas tecnologías en forma de servicios con los trabajadores.


Hoy cuando también estamos inmersos en una transformación de parecido calibre a la revolución industrial, cuando las formas de trabajo hasta hoy conocidas van directas a la obsolescencia, cuando el trabajo en las fábricas está siendo substituido por robots, que hacen mejor y más rápido el trabajo que cualquier ser humano, cuando los puestos de trabajo que se ofrecen ya requieren de un mínimo de conocimientos y preparación. Es hora que la izquierda se platee de nuevo la necesidad de una nueva estrategia, que evite la apropiación de la mayor parte del pastel, por parte del capital.


Las élites económicas mundiales, que siempre actúan con previsiones a largo plazo, ya en los años 90 con Ronald Reegan y Margaret Tatcher a la cabeza se dedicaron a desprestigiar primero, para desmantelar de hecho después, las organizaciones sindicales. Seguramente les vino a la memoria la frase acuñada de finales del XIX y primeros del XX, “Trabajador Organízate y Lucha” que refleja con claridad la necesidad de juntarse los compañeros, para ser fuertes y poder luchar en igualdad de condiciones con los poderosos que pretenden someterlos. El proletariado a finales del XIX y primeros del XX, se organizó en sindicatos y partidos políticos de clase, consiguiendo en el mundo llamado occidental, particularmente en Europa, el llamado estado del bienestar, donde a través de una fiscalidad progresiva, quien más gana más paga, se repartía con bastante equidad la riqueza generada.


Pero a partir de los 90, del pasado siglo XX, la llamada revolución neocon consiguió asestar un durisimo golpe a las Trade Unions inglesas, que desde entonces no han vuelto a alzar cabeza, y tras ello con la caída del Muro de Berlín, y poniendo al descubierto las miserias que encerraba, junto con un dominio absoluto de los medios de comunicación por parte de los grandes magnates, se asestó un durísimo golpe a la socialdemocracia europea, que no supo reaccionar con la inmediatez que se necesitaba y se encontró completamente desplazada de las posiciones de poder, a favor del neoliberalismo-conservador, que va imponiendo su política de recortes en derechos sociales sin importarle ni un poco si para ello, debe cargarse la democracia, tal y como la hemos conocido. Un buen ejemplo de lo dicho anteriormente han sido los 6 años y medio de gobierno del PP con Mariano Rajoy a la cabeza, donde los trabajadores españoles han debido hacerse cargo de los altísimos costes de la crisis económica, mientras que las grandes fortunas de este país, han incrementado notablemente sus patrimonios; y para evitar protestas y que los trabajadores se organizaran de nuevo inventaron leyes especificas como la ley mordaza para cerrarles la boca.


Otro tema a tener en cuenta ha sido la división dentro de la clase obrera que han provocado, desvalorizando los trabajos más bajos y sobre valorando los que requerían de algún tipo de formación, hasta el punto que algunos asalariados hoy se molestan si les llamas trabajadores.


No les extrañe amigos, que ahora cuando el PP ha sido desplazado del poder, a través de los medios de comunicación de masas intenten desviarnos la atención queriéndonos hacer ver que la inmigración es la responsable de la disminución de la oferta de trabajo, para que en lugar de reorganizarnos y luchar contra ellos, lo hagamos contra unos hermanos nuestros que son mucho más desgraciados y débiles que nosotros. Es como si nos dijeran, “No quieras disputarme mi gran parte del pastel sino que debes estar atento a que la migaja que te doy no te la quite este que viene de fuera”


Volviendo al tema que nos ocupa, es del todo necesario, volver a la máxima, quizás adaptándola a los nuevos tiempos con el fin de no herir susceptibilidades. Propongo “Asalariados organizaos y luchad por vuestros derechos” y además volver a dar la preponderancia que le corresponde al valor de la Solidaridad, como fórmula de cohesión social. Propongo también que los asalariados vuelvan a afiliarse a sindicatos y partidos de clase, que si los que los dirigen no son los suficientemente capaces los podamos substituir por otros que si lo sean y que no nos engañen. Solo así, podremos tener acceso a la parte del pastel que nos corresponde y solo así seremos capaces como ya lo fueron nuestros padres y abuelos de plantar cara para hacernos respetar, para que nuestros derechos sociales merezcan la consideración de todo el mundo.

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