La UE como potencial mundial no puede esperar

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Cosme modolell 2

Por mucho que algunos desde la extrema derecha y la extrema izquierda se empeñen, la Globalización va a persistir, por lo que debemos de aprender a convivir con ella.


Aunque un ultraderechista como Donald Trump desde la cúspide de la primera potencia mundial, pretenda la regresión al proteccionismo económico, a la reinstauración de aranceles con las consecuentes guerras comerciales, no está consiguiendo ningún resultado positivo si no todo lo contrario, y ya son muchos los economistas que auguran graves males en la economía norteamericana si la guerra comercial con China no acaba pronto.


Por otro lado y desde la izquierda más extrema, quizás alentado por los dirigentes de la que fue potencia mundial equilibradora en el pasado siglo veinte como fue Rusia, intentan regresar al reparto del mundo en áreas de influencia, como antes, lo que les permitía unos mercados bajo su control garantizándose la colocación de sus productos sin competencia ninguna.


El 22 de julio se cumplieron 75 años de la firma de los acuerdos de Bretton Woods, que trazaron una línea librecambista entre las grandes potencias mundiales, que ya llevaban el camino de la victoria en la segunda guerra mundial, y que había de regular las transacciones en el llamado mundo libre, respetando los estados nación y la democracia y donde se crearon los organismo reguladores como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.


La introducción de un elemento diferenciador en los años 80 y 90 del pasado siglo veinte como fue la globalización, vino a perturbar lo que hasta entonces había funcionado casi como un reloj, tal y como demostró el profesor de Harvard, Dani Rodrik en 2011, con su famoso trilema donde se demuestra que en una economía globalizada, solo se podía mantener la democracia en base a una gobernanza global que respetara las diferencias culturales, (léase federalismo), con la consecuente debilidad de lo que hoy conocemos como estados nación, pues la otra opción como la que proponen los movimientos ultranacionalistas en Europa, como es el mantenimiento de los estados nación en una economía global, solo es posible con la disminución de la democracia y el establecimiento de la dictadura de los mercados, como forma de gobernanza generalizada, o bien la otra alternativa, que también la ultraderecha está dispuesta aceptar, como es volver atrás y dejar de lado la globalización para seguir manteniendo los acuerdos Bretton Woods, en fin lo que predica Donald Trump, resulta totalmente irrisorio, por cuanto las grandes corporaciones multinacionales, ya llevan tiempo trabajando con una mentalidad global y adquiriendo un poder de tal dimensión que les permite superar el control de la democracia atomizada en pequeños estados nación.


El final de la segunda guerra mundial, con una Europa destrozada no solo física sino moralmente y unos Estados Unidos, con una potencia industrial en pleno apogeo y una URSS con volumen de habitantes y capacidad de rápida regeneración, tras los acuerdos de Yalta, se repartieron la áreas de influencia y empezaron a funcionar bajo los acuerdos Bretton Wodds.

Pero la tecnología avanza y las comunicaciones empequeñecen el mundo. El capitalismo pasa el poder del sector productivo al sector financiero y la globalización se introduce en nuestras vidas de una forma imparable, Cae el telón de acero y de un mundo bipolar pasamos a uno que pretende ser unipolar, pero ya no dominado desde la política si no directamente desde las grandes corporaciones financieras.


Los USA empiezan a ver a la UE como un serio competidor que le va a disputar su supremacía mundial, en cuanto termine de consolidarse. Inmediatamente ponen en marcha un plan de destrucción, promueven el Bréxit en gran Bretaña y la extrema derecha en Francia Italia, Alemania y en Centro Europa. Los acuerdo Bertton Woods, saltan por los aires y un nuevo orden mundial se hace necesario. Las clases pudientes intentan el nuevo orden en base a la dictadura de los mercados, mientras que la socialdemocracia lo busca en una gobernanza a nivel federal, de una potencia europea, capaz de competir en igualdad de condiciones con Estados Unidos Rusia y China en un mundo multi polar, hasta que se evolucione hacia una gobernanza global.


La respuesta a la terrible agresión que la UE ha sufrido con el Bréxit y con el ascenso de la extrema derecha en algunos de sus países debe ser culminar con toda la rapidez posible el sueño de los fundadores de unos Estados Unidos de Europa, bajo un régimen federal, donde se preserve y fortalezca la democracia, aunque sea a costa de perder la soberanía de los estados nación.


La legislatura del parlamento Europeo que acaba de comenzar debe ser la legislatura que ponga en marcha el proceso definitivo a la culminación de una UE plena y consolidada a la que nadie ose toser. No podemos dejar pasar la oportunidad si queremos garantizar a nuestros descendientes un futuro en democracia, libertad y justicia social.

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