La alternativa es federalismo o dictadura

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Cosme modolell 2

La humanidad avanza desde el principio de los tiempos y su organización social, también evoluciona con ella, pues sería del todo imposible que con la tecnología actual, siguiéramos organizados como en el tiempo de los romanos.

La última gran revolución habida en la historia, fue sin duda la llamada revolución industrial, que gracias primero al invento de la máquina de vapor, que acabó con las forma de trabajo artesanal, para iniciar la era industrial; nos trajo la democracia hoy consolidada en casi todos los países del orbe junto con la organización en estados nación.

Poco antes de acabar la II Guerra Mundial, la democracia que ya se perfilaba como la vencedora de la contienda, ve la necesidad de establecer una reglas de juego con el fin de auto-preservarse, de tentaciones de fórmulas dictatoriales como la que se había intentado imponer Alemania, Italia y Japón, firmando en julio de 1944 los acuerdos Bretton Woods, un pueblecito en el estado de New Hampshire en los Estados Unidos de América, donde se establecen una especie de reglas de juego y de condiciones que regulan las relaciones comerciales en todo el planeta, creando dos organismos el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con el fin de garantizar que en ningún país democrático, se produzcan crack económicos al igual del que se produjo en el 29 que mandó al traste el sistema hasta entonces existente.

Pues bien, el mundo denominado libre, a partir del final de la II Guerra Mundial, está perfectamente organizado en base a dos valores, La Democracia y el Estado Nación con una reglamentación que les permite convivir y relacionarse entre sí como los Acuerdo Bretton Woods.

Sobre esta base y con el Plan Marshall, no solo se reconstruyó la devastada Europa sino que procuró una larga era de progreso como no se había conocido en toda la historia, todo ello hasta el comienzo del nuevo siglo cuando se consolida un nuevo valor que hasta entonces no había existido, impulsado por el avance en las tecnologías de la comunicación y que fue llamado Globalización. Las grandes corporaciones multinacionales se apuntaron al carro rápidamente, y a través de fusiones y absorciones de empresas, consiguieron una dimensión tal, que en muchos casos su patrimonio superaba el PIB de muchos de los países donde estaban implantadas, en algunos, para extraer materias primas imprescindibles para la fabricación de bienes y servicios, y en otros para aprovechar una mano de obra barata, sometida a regímenes no democráticos y en consecuencia sin conflictos laboral alguno.

Al trasladar el nuevo valor, La Globalización, a la figura anterior, Oh! milagro nos aparece la esquematización del famoso trilema de Dani Rodrick; este profesor de origen húngaro y actualmente en la Universidad de Harward, que observó con acierto la imposibilidad que los tres elementos se desarrollen a la vez, siendo solo posible lo hagan de dos en dos. O sea, si pretendemos seguir como hasta ahora, potenciar la Democracia y el Estado Nación, mediante el camino de los acuerdo Bretton Woods, u otro que nos inventemos, debemos perjudicar la Globalización; cuestión que a mí me recuerda el planteamiento de aquellos radicales de primeros del siglo XIX que la emprendieron contra las maquinas de vapor, pretendiendo lo imposible como era detener el progreso.

Si optamos por potenciar el Estado Nación y la Globalización lo que se perjudica es la democracia en consecuencia de una forma u otra más o menos disfrazada, la única manera de garantizar el funcionamiento sería en base a una dictadura de las grande élites que en el argot actual se denomina dictadura de los mercados.

Si finalmente optamos por la Globalización y la Democracia, quien va a ser perjudicado es el Estado Nación; y el camino para conseguirlo es sin duda alguna El Federalismo, como la única fórmula que mediante gobiernos multinivel garantiza desde el respeto a la diferencia, la igualdad en derechos.

Todo lo dicho anteriormente se demuestra con meridiana claridad tan solo observando el actual panorama en el mundo. Si tomamos por ejemplo a un nacionalista de tomo y lomo como Victor Orban presidente de Hungría, en que su medida estrella para luchar contra la pandemia de corona virus en su país, ha sido la de asumir en su persona todos los poderes del estado. O la propuesta inicial del tory Boris Johnson, afortunadamente deschada, de dejar pasar la epidemia sin hacer nada, dejando morir a muchísima gente con la excusa que los que sobrevivan quedarían inmunizados.

Más pronto que tarde la pandemia de corona virus será historia, pero las consecuencias, económicas van a dejarse sentir por bastante tiempo y yo espero que el mundo en su mayoría, opte por preservar la democracia en un mundo globalizado, en un claro signo que se apuesta por la solidaridad entre los humanos, con el fin que apoyándonos los unos con los otros consigamos salir a flote en el menor tiempo posible; pues como he expuesto en este artículo las otras soluciones no son precisamente buenas que digamos.

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