Residencia de mayores

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Cosme Modolell

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La pandemia de Covid 19 ha puesto de manifiesto, graves deficiencias a la hora de organizar la sociedad de acuerdo con las doctrinas neoliberales que desde la llamada Revolución Neocon, a finales del pasado siglo XX en la década de los 90, impulsaron Margaret Tatcher y Ronald Reegan, por la que se detestaba todo aquello que olía a colectivo y se entronizaba el individualismo como máximo valor. Entre ellas quiero comentar hoy el tema de las Residencias de Mayores, en las que se ha evidenciado un total fracaso en la gestión, en particular aquellas de iniciativa privada

Han sido especialmente sangrantes los casos de Madrid y de Cataluña, sin olvidar los de Asturias y Andalucía, comunidades autónomas cuyo gobierno regional se encuadra en la derecha pura y dura, tanto que en varios casos en ambas provincias, la fiscalía ha tomado cartas en el asunto.

Especialmente grave considero yo el caso de la residencia de Madrid en que, al entrar la UME (Unidad Militar de Emergencia), para proceder a la desinfección se encontró muertos en habitaciones, y que las monjas encargadas de la gestión habían abandonado la residencia dejándolo todo empantanado y en mano de unos auxiliares. Quiero pensar que a pesar de que los medios no han hablado más del asunto se procederá a la investigación correspondiente y se exigirán responsabilidades independientemente que sean de personas pertenecientes al clero.

Todo ello me hace pensar que, tanto en Madrid como en Cataluña, donde desde hace años gobierna la derecha neoliberal, en el afán de suprimir todo lo público y ponerlo en manos privadas no se tiene en cuenta que los representantes electos de los ciudadanos están obligados a ejercer un férreo control sobre todos aquellos servicios de los que dependen ciudadanos que por sus condiciones son vulnerables en grado sumo.

Un tercio del total de muertos en España por la pandemia, son personas que vivían en Residencias y esto amigos debería hacer pensar y mucho a nuestros responsables políticos que los protocolos y en control público sobre estas entidades ha brillado por su ausencia. Claro que pensándolo bien y por la ideología neoliberal que impera en los gobernantes de las comunidades de Madrid y Cataluña, donde prima el beneficio por encima de todo y a costa de lo que sea; donde se predica la falsa libertad de obviar cualquier regulación e intervención del sector público en la iniciativa privada, resulta del todo lógico que se haya descuidado completamente exigir que las residencias de ancianos tengan un control médico adecuado, unas condiciones de habitabilidad que permitieran el aislamiento en caso de necesidad, etc. etc. Como si ha sucedido en algunos casos, en donde un buen criterio empresarial les hizo adecuar sus instalaciones ya en el momento de crear la explotación.

Esta lección debería servirnos para un futuro y ver que la falta de control desde el sector público al sector privado es del todo perjudicial pues cuando se deja libre albedrio a la hora de buscar el máximo beneficio siempre se acaba perjudicando la calidad del servicio prestado al menos en aquello que no es inmediato pero que en ocasiones como la que hoy nos ocupa puede resultar incluso fatal.

Otra de las cosas que deberíamos pensar para un futuro inmediato es cambiar el concepto que impera en nuestra sociedad que las personas mayores, son una carga para la sociedad, pues ello nos conduce a posiciones como las que algunos han expresado en las redes sociales, diciendo que ante la epidemia de corona virus los mayores debería renunciar a la atención médica y dejarse morir en beneficio de los más jóvenes, contribuyendo a no colapsar las UCI.; o bien aquellos bulos que han circulado diciendo que en los hospitales se les negaba el acceso a un respirador a los mayores de 70 años. Los mayores tenemos nuestro papel en la sociedad y no nos merecemos que se nos aparque en una residencia o se nos confine en entidades de ocio esperando la muerte. Los mayores somos pozos de experiencia que podemos transmitir a los jóvenes para que no caigan en los mismos errores que caímos nosotros ni se dejen engañar por los sucesores de aquellos que nos engañaron a nosotros. Los mayores podemos contribuir decisivamente a la construcción de una nueva sociedad en un futuro próximo.

Si echamos la vista atrás nos daremos cuenta de que la generación actual puede considerarse afortunada de disponer de gente con 70, 80 y 90 años, con la cabeza suficientemente clara para aportar nuevas ideas desde una experiencia, en este proceso que se viene a llamar Revolución Digital. Algo que no tuvieron nuestros ancestros del siglo XIX en el proceso de la Revolución Industrial, pues la media de edad entonces apenas llegaba a los 60 años.

No perdamos pues la oportunidad, y diseñemos nuevos sistemas de atender a nuestros mayores, nuevos conceptos de residencias, nuevas entidades transversales de jóvenes y ancianos donde se aporten conocimientos mutuamente. En fin, aprendamos de una vez por todas a valorar este gran valor que nuestra generación dispone y que según parece hasta hoy ha sido minusvalorado y despreciado.

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