​Irene Vallejo, Premio Factoría Creativa de las Letras 2021

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La Rinconada reconoce en el marco de su programa Estación de las Letras a esta escritora, Premio Nacional de Ensayo por ‘El infinito en un junco’


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El Centro Cultural Antonio Gala ha acogido el Premio Factoría Creativa de las Letras 2021, dentro de Estación de las Letras, que el Ayuntamiento de La Rinconada ha entregado a Irene Vallejo, escritora y Premio Nacional de Ensayo por ‘El infinito en un junco’. En un acto retransmitido en streaming y con un tercio del aforo para cumplir con el protocolo de seguridad, acudieron bibliotecarios, clubes de lectura, amantes de las letras, estudiantes y profesores de universidad, así como, una amplia representación institucional con el alcalde, Javier Fernández, el delegado de Educación, Antonio Marín, la diputada provincial Trinidad Argota y la delegada de Cultura, Raquel Vega, que ha sido la encargada de abrir el acto.

Vega ha destacado que ‘El infinito en un junco’ es un bien colectivo, una historia de historias, donde cuenta “el imperio del libro entre papiros, pieles y sedas, a través de los clásicos y sus enseñanzas. La defensa exquisita, de canon perfecto, pero a ultranza de la Cultura y los libros, desde los versos de Homero hasta la Biblioteca de Sarajevo. Es un regalo para la humanidad del siglo XXI, tan inundada de ruido y fake news”. Además, ha dicho de la autora que es un “faro que ilumina todo”, una escritora que recorrió pequeños pueblos de Aragón para conocer a sus lectores; “la humanista que fue a la Universidad Popular y a los institutos de muchos otros barrios; la amazona que fue a tertulias con mujeres y que como García Lorca con La Barraca se dedicó a divulgar la Cultura”; la “soñadora y apasionada” de los clásicos y los libros.

Por todo ello, el Ayuntamiento ha decidido entregarle el Premio Factoría Creativa de las Letras 2021, por, tal y como ha contado la delegada de Cultura, “ser un manifiesto de amor a los libros; por su “activismo contra el acoso escolar”, “conectando con el acercamiento a las aulas para enseñar a amar a los libros” y porque en sus páginas “descubrimos a mujeres valiosas, listas, hurdidoras de avances y tramadoras de historias”.

Irene Vallejo ha entablado una tertulia con el escritor, periodista, profesor y mentor de la Feria del Libro de La Rinconada, Fernando Iwasaki. Vallejo ha querido empezar con palabras de gratitud hacia el público y ha destacado que ‘El infinito en un junco’ “es un homenaje a los lectores, a los clubes de lectura… y lo he escrito porque gracias a la sensibilidad de las personas se teje un futuro mejor. Amáis y protegéis la cultura, una palabra que viene de cultivo y sois jardineros de las palabras y del saber”.

Ante la cuestión de Iwasaki sobre la importancia de que en la familia de Irene Vallejo fuesen lectores ávidos, la autora no ha dudado en responder que su casa estaba llena de libros “antes de que yo llegara, los libros brotaban como hongos”. “Pero antes estuvieron los relatos orales, el homenaje a la oralidad, a las aladas palabras. De niña le pedía todos los adultos que me contasen cuentos y esa avidez me hizo escribir”. Y ha destacado como hecho primordial que su padre le contase La Odisea antes de dormir “y eso posiblemente decidió mi futuro y me convirtió en la filóloga clásica que soy. Que me llevó al Mediterráneo, al mar de Homero y así he construido la ruta de mis imaginaciones”. Ese leer antes dormir lo sigue haciendo ahora ella con su hijo, porque se oxigenan “los pulmones con la palabra más que con el aire, nos aferramos a ese salvavidas de los cuentos y el rito familiar se renueva”.

En su obra también están presentes sus vivencias personales, como en ‘El silbido del arquero’ que coincidió con la muerte de su padre y aparece Eneas cargando con su progenitor en los hombros mientras huye de Troya. “Todas esas identificaciones funcionan de manera profunda e inconsciente cuando construyes los personajes”.

También en ‘El infinito en un junco’ habla del acoso, de que “lo peor es el silencio” y en ‘El futuro recordado’, compilación de artículos publicados por Vallejo en el Heraldo de Aragón donde desgrana reglas hermosas de etimologías, una de ellas dice que “infancia” quiere decir “sin habla” y cita un poema de Machado: “hay una niña muy débil y muy blanca en el umbral”. “El acoso fue decisivo para mí y quise que formara parte del libro. El editor tuvo dudas, ya que este ensayo era ya demasiado heterodoxo, pero para mí era importante porque ese episodio me enseñó e hizo abrazarme a las palabras, a ver lo importante del discurso, de la conexión. Lo que relato en el libro es la imposición del silencio, que yo acepté durante esos años de acoso. Cómo las normas de los niños decían que no podías chivarte. Y era más fuerte ese mandato que ser cruel con uno de los tuyos. Tardé años en darme cuenta de que ese silencio era la impunidad de quienes me agredían y los libros fueron los que me demostraron que tenía que hablar”.

Y en ese devenir de años, la lectura se convirtió en una aventura. Con ‘El infinito en un junco’ quería unir la novela de aventuras con el ensayo y siempre pensó que, en los tiempos de bardos homéricos, el conocimiento se transmitía a través de la historia, todo formaba parte de una aventura a través de la oralidad. “Ese momento de La Odisea en la que Ulises se ata al mástil para poder escuchar el canto de las sirenas, mientras los remeros llevan tapones de cera para no oírlas, es como una metáfora de la lectura. Somos como Ulises, a través de los libros estamos presentes donde hay asesinos, monstruos, dolor, pasión, amor… y lo hacemos desde la seguridad de nuestro mástil, el libro, que te lleva a buen puerto y a la seguridad de tu hogar de donde partiste. Acumulamos vivencias sin movernos del lugar, el cuerpo permanece estático pero el cerebro está estimulado. Una aventura en la que nos desdoblamos y nos escapamos a otros lugares y otras mentes”.

El punto de partida de este Premio Nacional de Ensayo surge de las confluencias de varios hechos en los que está implicado su hijo, hospitalizado, y todo brota de la necesidad de escapar de las “espinas de la enfermedad, del tiempo sin tiempo, de las hospitalizaciones”. La obra fue ese recreo, “ese refugio donde yo intentaba conjurar todas las cosas poéticas y necesarias de la vida para tener fuerza y cuidar a mi hijo y no desfallecer”. ‘El infinito en un junco’ es la fragilidad de la memoria, de los humanos, de los conocimientos, de la belleza, de todo lo que queríamos que sobreviviera en el tiempo y sin embargo no es posible, pero luchamos. El libro forma parte de esa batalla para que los conocimientos pasen de generación en generación y eso es lo que han significado los libros. Hemos logrado que los libros, la escritura, el pensamiento, que eran patrimonio de unos pocos, hoy sean patrimonio de todos”.

Una obra en la que confluyen su trabajo en su etapa universitaria e investigadora, con las técnicas del periodismo para llegar a todos los lectores y las herramientas de la narración que le permite recrear atmósferas, países y aventuras.

La autora defiende la lentitud, en este mundo apresurado, tan poco reflexivo, que vive de la instantánea. “Los libros nos ayudan a detenernos, a rebelarnos ante ese tiempo veloz… y hay una riqueza de la reflexión y el pensamiento crítico que deberíamos defender”. Aboga por la coexistencia del libro papel con los electrónicos, aunque “el libro de papel tiene el poder de lo tangible, de lo sensorial y tiene detrás una gran historia de supervivencia que nos ha ayudado a salvar nuestro legado”.

Fernando Iwasaki despidió a la escritora recordando a la niña que fue Irene, que encontró en los libros la forma de defenderse de los acosadores “y ella lo expresa con una frase bellísima que dice que a ella los libros la ayudaron a crear una patria de papel para todos los apátridas del tiempo”.

Irene Vallejo ha recibido el Premio Factoría Creativa de las letras 2021 de manos del alcalde, Javier Fernández. Éste ha felicitado a la autora por su sólida trayectoria como autora comprometida con su obra, la realidad y el lector, y por su importancia capital en las letras españolas y ha señalado que Estación de las Letras, que llega a su quinta semana “y las que aún quedan por venir”, “son también nuestras tres bibliotecas con sus más de 75.000 volúmenes, son los clubes de lectura, es la juventud en el descubrimiento de la lectura libre y no impuesta, es una mirada y una reflexión feminista, es la creación novel y las artes escénicas y es, ya para la historia, Irene Vallejo, en este teatro hoy, con todos nosotros”.

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