La empresa en la nueva economía, ¿pública o privada?

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Cosme Modolell

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Como ya hemos comentado en otros artículos de este mismo blogg, no saldremos con bien de la crisis económica, si no emprendemos una profunda transformación que de un vuelco a la economía tal y como la hemos conocido, para transformarla en algo verdaderamente útil a la nueva sociedad que estamos creando, donde el valor de la igualdad se sitúe en la preeminencia. El capital económico y el capital humano deben ser equiparables en la nueva empresa y el control, reciclaje y gestión de los residuos, debe ser primordial, cuestión que sin ninguna duda va a cambiar por completo toda la estructura de costes que hasta hoy se ha venido practicando.

El primer debate que se abre al abordar esta cuestión es si el sector privado va a ser capaz por sí solo adaptarse a esta nueva realidad y algunos, como la llamada izquierda pura, tal y como ya defendían antaño aunque por otras razones, solo desde el sector público se puede garantizar esta adaptación.

En Europa vivimos en un sistema capitalista no radical, gracias a los auspicios de una socialdemocracia que resultó decisiva en los años 40 del pasado siglo XX, concluida la segunda guerra mundial, para la reconstrucción de un devastado continente, El justo reparto de la riqueza generada a través de los impuestos, el llamado estado del bienestar, permitió que los trabajadores a través de sus organizaciones sindicales, fueran copartícipes de esta reconstrucción y de situar a Europa de nuevo en la cabeza del desarrollo mundial. La creación de la UE, con la voluntad de situarse en condiciones de competir con las grandes corporaciones Americanas, Rusas y Chinas, consolidó definitivamente esta política y aunque en los noventa del pasado siglo y en la primera decena del presente, desde Estados Unidos, se han lanzado ataques a esta estructura supranacional en un intento del neo liberalismo americano de dominar unilateralmente el planeta, en nuestros tiempos parece que la razón se está imponiendo de nuevo y por todas partes ya empieza a aceptarse que el mundo será multipolar y que la UE dispondrá de su parcela en el concierto internacional.

Pero volvamos al tema que nos importa, y objeto de este artículo. Algunos sectores de la izquierda más radical, y que de siempre han defendido la necesidad de una economía planificada y en manos del del sector público siguen en sus trece sin querer darse cuenta que el sistema fracasó rotundamente en Rusia y otros países del orbe comunista, por una razón muy simple como es la materialización a través de un mejo salario del afán de superación personal sustituyéndolos por simples reconocimientos de orden moral; de hecho podríamos decir que confunden el valor de la igualdad, que hoy día todos entendemos como la igualdad de oportunidades, con la que todos los individuos están cortados por el mismo patrón y actúan como meros clones. De este razonamiento cabe extraer la conclusión que si bien es necesario reducir la desigualdad social que el neoliberalismo ha generado en estos últimos tiempos, es solo la combinación y colaboración de lo público con lo privado, la clave del éxito de una economía de futuro.

El estado debe garantizar el acceso universal a los servicios esenciales y para ello debe disponer de un sector público lo suficientemente potente para no dejar en manos de las fluctuantes leyes del mercado la producción y obtención de bienes imprescindibles. Como son la Sanidad, la Educación, el agua, el gas la electricidad y los servicios de telecomunicaciones. Lo que está sucediendo estos días con el tema de la luz en España, y también en toda Europa, debe ser ejemplo de lo que no deberá suceder en un futuro, pues además de una tremenda injusticia es simiente de la discordia y promotores de conflictos por la diferencia de clases.

En conclusión, yo creo que el socialismo democrático con su apuesta por mercados libres, pero bajo control de las grandes estructuras super estatales, bajo un régimen federal, que garantice el gobierno democrático sin imposiciones por razón de dominio de nadie sobre nadie, es el único capaz de garantizar un futuro de prosperidad en el nuevo mundo que se está abriendo paso, de forma imparable ya en nuestros días. y la combinación de un sector público potente con un sector privado altamente dinámico es la mejor solución para ello.

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