Incoherencia o incompetencia

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Alfonso blanco 1Alfonso José Ruiz Blanco

Experto en Comunicación y Marketing Político

@yoteasesoro


La incoherencia es la relación ilógica entre dos situaciones que produce contradicción y oposición entre ellas. Esta es la tesitura que llevamos viendo desde hace más de seis meses en la realidad informativa que día a día y hora a hora nos inunda desde todos los medios de comunicación. Por si no queda claro, la definición es, por poner un ejemplo, como si alguien dijese en marzo que es “una vergüenza tener a cuidadores sin pagarles la seguridad social” y luego se descubriese que él no las ha pagado. 


Corría el mes de octubre cuando Rajoy afirmaba que Pedro Sánchez era un líder que se había radicalizado, preso de sus ansiedades, y que no le importaría pactar con nacionalistas que ponen en riesgo la unidad de España. Nada que nos sorprenda, lo realmente sorprenderte hubiese sido que el líder del PP hubiese realizado unas declaraciones ensalzando las bondades del líder del partido de la oposición.


Si avanzamos unos pocos meses llegamos al primer trimestre del presente año. Después de que Felipe VI (también conocido como el “ciudadano Borbón” -por si hay alguien de Podemos o IU leyendo estas líneas-) encargase a Sánchez intentar formar gobierno, el Partido Popular, por boca de su portavoz parlamentario, Antonio Hernando, afirmaba que el artículo 170 del Reglamento de la Cámara establece que la presidencia del Congreso debe convocar de forma automática el Pleno de investidura una vez se reciba la propuesta del candidato a la Presidencia y que hasta entonces, desde que el Rey proponía a algún candidato formar gobierno hasta que se celebraba el primer debate de investidura, sólo trascurrían, como media, unos once días. Se esgrimía entonces la excusa de la imperiosa necesidad de no dilatar más los tiempos porque en caso de no convocar con celeridad el debate de investidura se estaría incumpliendo el mandato de la Constitución y del Reglamento del Congreso. Si le preguntas ahora no ve mal que se pueda retrasar hasta el mes de septiembre. 


Estamos en agosto y, a falta de que, como cada año, aparezca una noticia sobre Gibraltar que nos mantenga, informativamente hablando, entretenidos, Rajoy se acaba de reunir con ese líder radicalizado y ansioso por pactar con nacionalistas radicales para pedirle que le permita ser presidente del Gobierno. Después de dos campañas electorales en las que ha primado el discurso de la descalificación sobre el rival político, llevamos semanas escuchando o leyendo declaraciones de Bono, González, Borrel, Almunia o Guerra pidiendo a Sánchez que deje gobernar a Rajoy. 


La base de la campaña del PSOE ha sido impulsar la figura de Sánchez como la única forma de evitar que la derecha siga gobernando este país. Albert Rivera repitió hasta la saciedad que ellos venían a traer aire fresco a la vieja política y no querían que siguiesen los mismos de las tarjetas “black”, los que aforan a personas como Rita Barberá, que paga sobresueldos a sus dirigentes en sobres y reforma la sede central con dinero negro. Si al final permiten que Rajoy sea presidente serán unos incoherentes con sus declaraciones de hace apenas unos meses, y si no son capaces de llegar a ningún acuerdo y nos llevan a las terceras elecciones en menos de un año algunos los etiquetarán de incompetentes. Como dijo aquel; “sólo hay una manera de evitar las críticas; no hacer ni decir nada”. Y no, esta cita no es de quien estás pensando, esta cita es de Aristóteles.

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