Unidad, divino tesoro

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Alfonso blanco 1Alfonso José Blanco Ruiz

Experto en Comunicación y Marketing Político

@yoteasesoro


Si trasladásemos los votos obtenidos por los tres partidos con mayor número de representantes en el Congreso de los Diputados, en Madrid han estado representados, de viernes a domingo, más de 18 millones de votantes españoles (casi 8 millones de votantes populares, 5,5 de votantes socialistas y otros 5 de la formación morada). El marco era inmejorable para poder ver y analizar los discursos de los líderes que allí se concentraban. Prensa, radio y tv han estado haciendo conexiones en directo con estos tres focos de atención informativa de forma continuada, pero nadie hizo, ni hace, referencias sobre los registros relacionados con los tres partidos políticos en cuestión. Ninguna tertulia se ha hecho eco de los elementos léxicos distintivos ni de aquellas palabras claves de los discursos de cada foro, el auditorio, los destinatarios, etc.


Se pueden citar a varios autores -Duque, Fairclough o la catedrática Fernández Laguilla- que defienden la finalidad persuasiva de los discursos políticos mediante la defensa de una opción en nombre del bien común, cómo promueven la organización mediante la estructura argumentativa y la importancia de léxico valorativo. Pero es mucho más rentable, televisivamente hablando, citar a Marhuenda o Inda para que nos cuenten la realidad sociopolítica de un acontecimiento. 


Se avecinaba un fin de semana de lo más interesante, políticamente hablando, desde las últimas elecciones del pasado año. Se unían en un mismo día, y separados a escasos kms unos de otros, el congreso de PODEMOS, el del Partido Popular y la intervención de Susana Díaz en el acto que había preparado el alcalde de Vigo, Ángel Caballero. Por desgracia, las tertulias políticas en los medios de comunicación son cada vez más parecidas a ese programa de televisión que todos critican al mismo tiempo que ven y cuya única diferencia entre ambos formatos televisivos es que, mientras en uno se hace famosa la frase “Andreíta, cómete el pollo”, en los atriles políticos no han mandado a nadie, por ahora, a comerle “la hembra que nace del huevo de un ave y en especial la de la gallina”.


PODEMOS tenía ante si la compleja tarea de no morir de éxito. Lo que nació hace apenas cinco años defendiendo y haciendo alarde de una nueva era en la que se contraponía lo viejo con lo nuevo, se acababa con las dos Españas – la de la izquierda frente a la derecha- y solo era una lucha entre los de arriba contra los de abajo, se llegó a convertir en una guerra entre Iglesias y Errejón. Después de semanas en los que los dos líderes de la formación morada han estado lanzándose dardos léxicos envenenados por los platós de televisión se dieron cita en Vistalegre para, ante 8.000 personas y con la excusa de buscar la unidad, hacer un recuento de votos para ver quién le daba la puntilla al otro y se hacía con la hegemonía del partido. La estrategia de comunicación no se basa sólo en palabras, sino que también ha de ir acompañado de gestos, y el día dónde todos estaban llamados a la unidad fue el que escogieron para desangrarse. En términos coloquiales, es como preparar el fin de semana de San Valentín junto a tu pareja, proponiéndole ir a cenar a ese lugar al que precisamente él, o ella, ha pretendido llevarte en anteriores ocasiones, pero esta vez, como es el día de los enamorados nada mejor que celebrar tan emotiva fecha y acudir al romántico acto acompañado de cuantos amigos y amigas quieran apuntarse (será por aquello de “no he querido venir a solas otras veces contigo porque como es tan obvio que estoy tan profundamente enamorado/a de ti he querido que todos estos también lo vean”). Mal momento eligió Errejón para enfrentarse a Iglesias y peor aún estuvo a la hora de predecir su fuerza (el riesgo de jugar con fuego la posibilidad de acabar chamuscado).


En el acto de los socialistas las miradas estaban más puestas en las redes sociales que en el propio acto en sí. Los medios de comunicación habían especulado con la posibilidad de que Susana Díaz dijese el sábado que se presentaría a las primarias, pero sería absurdo pensar que la presidenta de la Junta de Andalucía anunciase tal cosa apenas una semana antes de la celebración del día de su Comunidad. Mientras no se pronuncien los militantes mediante el voto en las primarias, el partido del puño y la rosa anda enfrascado en intercambios de opiniones dialécticos sobre la idoneidad o no de cada acto que van desarrollando, con independencia de quién lo organice o a quienes se invite. Y en el PP se han puesto el chubasquero; todo le resbala. En el Partido Popular a lo que más tiempo se han dedicado los tertulianos es a elucubrar si su símbolo era una gaviota, un albatros, una pavana o un charrán. A los populares no les ha pasado factura el caso Andratx (Baleares), Arroyo (Castilla y León), Gürtel, Bárcenas, el caso Baltar (Galicia), el Bon Sosec (Baleares) ni haber perdido más de 3 millones de votos en las últimas elecciones. ¿Por qué? Porque hay una máxima en comunicación política de: “un mensaje con muchos altavoces” y en el PP nadie cuestiona el liderazgo de Rajoy, al menos mientras siga controlando el BOE, y en los demás partidos andan en una lucha fratricida de la que aún se desconocen cuáles pueden ser sus consecuencias.


Debates, confrontaciones de ideas, proyectos y modelos de partido. Esos son los principios que han de servir de base que sustente a partidos políticos que quieran hacer a sus militantes partícipes en la elección de su líder, y luego respeto y acatar lo decidido. ¿Parece sencillo verdad? Pues no duden que habrá quienes aprovecharán las flechas que les lance Cupido para clavárselas dónde más daño pueda hacerle a algún compañero/a de filas.

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