El ritual de “el Viejo”

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Juan gabriel2

En la localidad sevillana de Lora del Río, en plena Vega del Guadalquivir, tiene lugar desde el siglo XIX un ritual singular relacionado con la Virgen de Setefilla, patrona de la localidad, y la devoción de su pueblo. El rito de “el viejo” está estrechamente ligado a las manifestaciones de la creatividad popular y se remonta, según las fuentes históricas, al siglo XVI. El origen está relacionado con el abandono progresivo del poblado de Setefilla, a unos 10 km de Lora del Río, durante el siglo XV y una tradición oral según la cual los setefillanos, al trasladarse a Lora, fijaron su residencia en la Roda Arriba en la primera mitad del siglo XVI. En este lugar, a las afueras de la muralla y muy próximo al camino que llevaba al santuario, se asentará la mayoría junto a otros grupos como los portugueses, incorporados a la corona castellana en 1580.


La Ermita de Nuestra Señora de Setefilla está ubicada en las estribaciones de la Sierra Norte a varios kilómetros de Lora del Río y, a diferencia del poblado, no se abandonará debido a la continuidad del culto a la Virgen por los lugareños. Según las fuentes históricas las idas y venidas de la imagen comenzarán a producirse a mediados del siglo XVI. La tradición local cuenta que la Virgen bajará a la Villa de Lora cada cierto número de años, de 7 a 5 años atendiendo a las necesidades, desde el Santuario. En el caso de que se produjera algún tipo de desgracia para la comunidad durante su estancia en la ermita, esta tendrá que bajar de manera excepcional al pueblo para mediar y solucionar el problema.


Uno de los motivos principales para que la gente pida a las autoridades que la bajen serán las sequías, debido a la economía local que está estrechamente ligada a la agricultura. Otras calamidades para la población serán las lluvias torrenciales, riadas o crecidas del río Guadalquivir, hambrunas, las pestes y varios terremotos, como por ejemplo el ocurrido en noviembre de 1755 cuya violencia destruirá prácticamente la ciudad de Lisboa. Además la Virgen bajará de forma excepcional con motivo de pedir para el Rey, Felipe II, la victoria de la Armada Invencible frente a Inglaterra y durante la guerra de Felipe V contra Cataluña.


Durante los siglos XVII y XVIII el pueblo tomará la iniciativa, influido seguramente por los acontecimientos sociales europeos del momento, sobre los traslados de la Virgen, en manos de las clases altas locales y otras autoridades, proyectando nuevas formas en las costumbres y ritos. Será durante los siglos XIX y XX cuando el ritual vislumbre sus características más actuales.


El ritual comenzará con el repique de las campanas de la Ermita de Santa Ana, en la actualidad la biblioteca ubicada en la Roda Arriba, para convocar a la gente y solicitar la bajada de la Virgen. Según J.M. Lozano, le corresponderá “al hombre de mayor edad de los habitantes de la Roda Arriba presidir la manifestación con la que se pedía fuera traída la Imagen a Lora en caso de necesidad grave”. El ritual consistirá en sacar en procesión sobre un trono, un sillón ataviado para tal fin, al miembro de mayor edad de la Hermandad. Se le denominará como “el viejo”, aunque en la actualidad se ha perdido la tradición y este se corresponderá con el hermano número uno de la hermandad. Procesionará por las calles de la localidad hasta llegar a la casa del Hermano Mayor y después a la del párroco encargado de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, donde se colocará a la Virgen durante su estancia en Lora. El objetivo será conseguir el permiso de las autoridades para poder bajar a la Virgen al municipio. Si aceptan y dan permiso, comenzarán los repiques de las campanas de todas las iglesias de la localidad.


Hasta principios del siglo XX el ritual no tendrá un calendario fijo al estar sometido a diversos factores, como el meteorológico, fuera de todo pronóstico. Esta situación de espontaneidad cambiará radicalmente debido a las mejoras sanitarias y la construcción de infraestructuras hidrográficas que finalizará con las principales causas de la bajada de la Virgen: las sequías y epidemias. Esto provocará la desvinculación entre la bajada de la Imagen y las desgracias locales.

La práctica ritual quedará apartada, en cierta medida, de las necesidades naturales de una sociedad agrícola. En este sentido, el rito se adaptará y fijará a la nueva racionalidad cambiando los motivos tradicionales de las idas y venidas por el de venerar colectivamente a la Virgen. De este modo, al apartar la festividad de la tradición histórica y fijarla en la antrópica, continuará viva la comunidad y la festividad, desapareciendo el riesgo de sucumbir a los nuevos y líquidos tiempos. Este proceso de transformación y adaptación culminará con la redacción en 1980 del Estatuto del Culto setefillano estableciendo la nueva lógica de la festividad.

1 Comentarios

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Increíble que la Virgen bajará para pedir por Felipe II y ganara con la Armada Invencible frente a Inglaterra. Me lo apunto.

escrito por Nacho 22/jul/17    12:27

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