Crónica de un fracaso anunciado

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Cosme Modolell

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El independentismo catalán anunció a bombo y platillo, un referéndum de autodeterminación para el 1 de octubre del presente año, amparado en la realidad cierta, del inmovilismo del gobierno de Mariano Rajoy, empeñado en controlar el tema desde la vertiente judicial, obviando que se trata fundamentalmente de un problema político. De hecho, Mariano no hace otra cosa que mantenerse en su posición de nacionalista español a ultranza, convencido por tanto que estas cuestiones se solucionan, no mediante una negociación con el resultado de no haber vencedores ni vencidos, si no con la confrontación pura y dura de la que solo salga un vencedor indiscutible, y la rendición incondicional del vencido; cuestión que por otro lado también creen los nacionalistas independentistas catalanes, que esperan conseguir la clemencia internacional, al presentarse como víctimas después de la más que segura derrota que en el terreno bélico van a sufrir. Vaya, un clima perfecto para una confrontación en toda regla, entre los dos gallos de un mismo gallinero.


Sin embargo ya desde el inicio del tema, una distinta visión del problema, que algunos se empeñan en llamar tercera vía, aunque yo al igual que Miquel Iceta, pienso que es la “única” vía de solución civilizada y no traumática al conflicto, como es la que plantea desde hace tiempo, el socialismo catalán y más recientemente el socialismo español, basada no en un concepto nacionalista, si no federalista del asunto, podía dar al traste con las posiciones de uno y otro nacionalismo, que como és natural, no estaban dispuestos a permitir, tanto es así que ya antes de entrar en el desafío propiamente dicho, uno y otro, gastaron miles y miles de euros, en hundir al socialismo español representado por el PSOE y al socialismo catalán del PSC; y a fe que casi lo consiguen, cuando se produce una grave escisión en el PSC, por el tema nacionalista precisamente, con el trasvase de militantes hacia ERC y un golpe de mano en el PSOE, para poner el partido en mano de unos “históricos” muchos de ellos vendidos al gran capital internacional.


Por fortuna, ni en el PSOE, ni en el PSC, nadie pudo echar atrás, (aunque algunos lo intentaron), el empoderamiento de la militancia que en el 38 congreso del PSOE, y en el 12 congreso del PSC se habían conseguido, estableciendo las primarias como elemento fundamental a la hora de elegir primeros secretarios del PSC o secretarios generales en el PSOE, además de situar en cabeza a dos grandísimos líderes como son Miquel Iceta y Pedro Sánchez; con ello el socialismo ha superado su tremenda crisis y los nacionalismos ya no tienen el campo libre, como se ha demostrado estos días con la llamada Declaración de Barcelona, una serie de medidas para hablar alrededor de una mesa, entre los responsables del Govern de la Generalitat y el Gobierno Central, evitando el temido choque de trenes; o bien para agrupar a la oposición en el Parlament y en la Cortes, para obligar a los respectivos gobiernos a sentarse y solucionar el problema; o finalmente si no son posibles las anteriores y el choque deviene inevitable, sirva como base para la reconstrucción de todo aquello que va a quedar arrasado.


Es muy necesario que las fuerzas, hoy en la oposición que en España son mayoría, y en Cataluña casi, vean la Declaración de Barcelona, y una España Federal, como la gran solución a este conflicto que los nacionalistas puros de uno u otro signo van a ser incapaces de resolver; es muy necesario que la totalidad de la oposición en Catalunya, entienda la inutilidad del planteamiento independentista y de celebrar un referéndum que no va a conseguir otra cosa que dividir a la sociedad, como se viene advirtiendo desde todas las instancias nacionales e internacionales, incluso del propio Consell de Garanties Estatutaries de Cataluña y que la consecuencia que de una victoria del Sí, sería lo más perjudicial para Catalunya, fuera de la UE, sin prácticamente reconocimiento ninguno, porqué ningún país democrático aceptaría un proceso auto determinativo, hecho fuera de una legalidad democrática, como es la Constitución Española.


Alguien respondiendo a una nota mía en la red social Facebook, me decía que una vez efectuado el referéndum, los reconocimientos internacionales vendrían por si solos, pues el plebiscito se fundamentaba en el reconocimiento que la ONU aprobó del derecho a la autodeterminación de los pueblos. Craso error el que promueven los independentistas, por cuanto la ONU solo reconoce este derecho en caso de colonias que pretendan acceder a su independencia, o de territorios, bajo regímenes opresores de la libertades democráticas, y como bien se puede comprobar, no es el caso.


Por otro lado, la Constitución Española, de 1978, necesita una revisión que la ponga al día, y que se de el paso definitivo a lo que en espíritu ya tiene, una estructura plenamente federal, donde los territorios, sean delimitados en la misma, con las competencias claramente asignadas y definidas, así como un sistema de financiación, válido para siempre, y cortar con este inmovilismo que mantiene el Partido Popular, que votando en contra de la misma, sus ancestros en el año 78, hoy se erigen en guardianes de las esencias patrias.


Ni unos ni otros nacionalistas van a conseguir una verdadera solución al problema, porqué amigos, piensen Vds, que en el hipotético caso de un vencedor en una confrontación violenta, si se pretende mantener la situación actual, no se hará otra cosa que enquistar un problema que volverá a salir dentro de pocos años, como ha ido sucediendo en toda la historia. Solo las formaciones que ideológicamente tienen muy claro el principio internacionalista y que saben reconocer las virtudes del federalismo, como la gran solución para el respeto de la diversidad con la igualdad de derechos para todos, pueden resolver de manera definitiva la cuestión.  

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