Buscando la identidad

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Desde luego, parece mentira que en el mundo occidental, culto y pretendidamente democrático, la sociedad haya sido incapaz de resolver un tema tan prosaico, como es el de la identidad de cada uno de nosotros, dejando a muchos la necesidad de buscarla en una colectividad, en un grupo, en una tribu, en una nación, o como Vds. quieran llamarle. Adviertan Vds. el guirigay que están montando los independentistas catalanes, en defensa, según dicen de una identidad nacional, que otros nacionalistas de la tribu vecina, con una superioridad en número de personas mucho más grande, creen les pretenden anular..


También, y en base a una identidad diferenciada, un imán fanatizado, ha conseguido lavar el cerebro a unos jóvenes de ascendencia marroquí residentes en la población de Ripoll, hasta el punto de cometer una masacre con el resultado de 16 muertos y más de 100 heridos y que hubiera podido ser mucho peor si no fuera porque la fábrica de explosivos salto antes por los aires y se tuvo que improvisar un plan B.


Pero, ¿Qué significa el concepto identidad?, Si nos atenemos al diccionario de la RAE, encuentro para el término identidad la siguientes acepciones:


1) Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.


2) Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás


3) Hecho de ser alguien o algo el mismo que se supone o se busca


De hecho podríamos decir que identidad, es la respuesta a la complicada pregunta, ¿Quién soy? En mi caso, puedo contestar a a la cuestión diciéndoles, soy un varón, nacido en Cataluña, hijo, nieto, bisnieto, y tataranieto de catalanes, por parte paterna y materna, que vi la luz en Badalona, donde un antecesor por línea paterna, llegó procedente de Manresa en 1640 y otro antecesor por línea materna, en 1720, que viví, mi infancia y mi juventud, bajo un régimen de dictadura, que reprimía, mi cultura ancestral y mi idioma materno, que en mi juventud soporté la opresión de un nacionalcatolicismo que intentó sin conseguirlo, (gracias a mis padres y algunos profesores que tuve, que supieron como esquivar el férreo control), deformar mi educación, falseándome incluso la historia. Que he debido trabajar desde temprana edad para ganarme la vida y desde los 65 años, vivo de mi modesta pensión Que mi natural interés por conocer y saber, me ha llevado a tener un espíritu crítico y que gracias a ello soy persona de mente abierta, dispuesto a escuchar y aprender de todos los demás, sintiéndome solidario con todos los demás componentes del género humano, que sufren la vejaciones de las minorías elitistas que se creen con derecho a dominar y subyugar a todos los demás.


En lo que se refiere a mi identidad colectiva, sí que me siento cómodo hablando, escribiendo y discutiendo en catalán, más que en cualquier otro idioma, del mismo modo que me gusta vivir en mi ciudad Badalona, de la que puedo presumir haberme pateado casi todas sus calles y rincones, He colaborado durante años con la asociación de vecinos de mi Barrio, de la que fui socio fundador en 1976, también he participado y sigo participando en diversas iniciativas a nivel social a nivel local y comarcal. Es bien claro que todo ello ha configurado a lo largo de mi vida una identidad, distinta seguramente a las otras personas, pero de la que soy muy consciente y me siento orgulloso.


Sin embargo nunca se me ha ocurrido, buscar en mi identidad los trazos que me diferencian de las personas con las que pretendo relacionarme, y mucho menos enorgullecerme de ello, si no todos aquellos que puedan ser coincidentes, con el fin que juntos podamos progresar conjuntamente. Ello me ha incitado, por ejemplo, a escribir en este blog y en las redes sociales de las que soy asiduo, en castellano, a fin de comunicar con un abanico mucho más grande que si lo hiciera solo en catalán y aunque admita que mi grupo natural y más próximo sea el de habla catalana, no me gusta quedarme en el reducido círculo que este grupo representa, pues mis horizontes son mucho más amplios y desearía compartir con todo el género humano.


La identidad la tenemos todos y cada uno de las personas que habitamos en este planeta llamado Tierra, y es algo tan íntimo que nadie puede arrebatarnos ni atacarnos, si temeos un sentido amplio de la misma, sin embargo, cuando reducimos nuestra identidad a pequeños círculos determinados, lingüístico, cultural, nacional en definitiva, es cuando nos volvemos vulnerables y podemos sentir que nos atacan en lo más intimo de nuestro ser. Sin embargo en algunos casos, como pueden el de los que se ven obligados a emigrar de sus países de origen, entre los lógicos problemas de adaptación a una nueva sociedad, o bien la contradicción en los que han llegado aquí de muy jóvenes, o incluso nacido aquí, de una escala de valores distinta entre la cultura de sus progenitores y la que se encuentran en el país de destino, quizás si pueda ocasionar cierta contradicción, fomentada además por las actitudes de rechazo a la inmigración de un cierto sector de la sociedad occidental, les lleve a un cierto vacío de no sentirse ni de un lado ni del otro, cuestión que según parece es aprovechada por por algunos elementos peligrosos y radicalizados, para influir en sus tiernas mentes, con la promesa de facilitarles esta identidad que no encuentran en un radicalismo fanático que les impulsa a adorar la muerte. Esto explicaría el proceso seguido por los jóvenes de Ripoll autores del atentado del pasado 17 de Agosto en Barcelona.


Otra cuestión, estos días muy de actualidad, es el argumento de la agresión de la que dicen se sienten objeto una buena parte de los ciudadanos de Catalunya a su identidad colectiva y nacional, por parte de España, y que sus dirigentes han recogido muy bien en unos listados de ofensas, de por más de 300 años, cuestión que algunos líderes de intereses no muy claros, han sabido aprovechar y magnificar convenientemente hasta el punto de convencer a una gran multitud, 400.000 personas que el pasado lunes salieron a la calle en Barcelona en una especie de performance independentista, hasta convencerles que les van a conducir a una especie de Paraíso, donde sui identidad nacional será cuestión prioritaria, aunque para ello deban bordear e incluso traspasar la mínimas normas de cualquier democracia.


Francamente, debo decir que no me gusta nada ni uno ni otro caso, quizás es por ello, que soy un socialista y federalista convencido, sin atisbo ninguno de nacionalismo ni fanatismo, pues considero es la única forma de organización social, capaz de respetar las identidades propias de cada uno, buscando todo aquello que de en común tengan para traducirlo en una senda de progreso colectivo.

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