Orgullo de Champions en Nervión

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Sevilla liverpool

El Sevilla parece empeñado en seguir dando la razón a su himno con esa frase grabada a fuego en la afición: "dice que nunca se rinde". Ayer, en un escenario propicio para ello, tras un espanto de primera parte, iba perdiendo por tres goles a cero cuando comenzó la segunda mitad y con ella una demostración de orgullo, como el que seguramente sintieron los 40.000 sevillistas que llenaron el Sánchez Pizjuán. En la última jugada, después de asediar durante casi toda la segunda parte al Liverpool, logró empatar un partido muy cuesta arriba.


La emoción vivida en el final del partido no era para menos. La noche de Champions se había puesto negra. EL Sevilla perdía desde el minuto 1 y, aunque hubo un atisbo de reacción, esto solo duró 15 minutos hasta que de nuevo el Liverpool marcó el segundo, y poco después el tercero. Encima, desde Moscú, las noticias no podían ser peores. Ganaba el Spartak, no dependía en esos momentos de sí mismo para pasar a la siguiente fase.


Al descanso, pitada generalizada para un equipo que seguía ofreciendo los síntomas preocupantes de la liga. Sin dominar en ninguna de los dos áreas, parecia un guiñapo en manos de un rival con mucha historia y buenos jugadores, pero de un nivel similar al sevillista. Hasta el final de los 45 minutos, los hispalenses solo tuvieron un arrebato de 10 minutos, justo tras el primer gol de Firmino. En esos momentos pudieron empatar con dos ocasiones claras, una de ellas repelida por el travesaño. Pero la defensa sevillista es frágil y a balón parado y con una contra destrozaron las ilusiones de la afición. O eso parecía...


Berizzo movió ficha. Muchos se echaban las manos a la cabeza. Entraba el técnico pero frío Franco Vazquez, por el pundonor y lucha de N´Zonzi. Se perdía fuerza por talento, justo cuando quizás el partido determinaba otra cosa. Pero el fútbol es así de impredecible y el Sevilla mutó. De las botas de Banega, jugando por libre y apareciendo por todos los lados, los locales apretaron arriba en la presión, comenzaron a entrar por banda, entre líneas y, además, llegó el gol pronto tras un cabezado de Ben Yedder a una falta botada por Banega. Se cumplía la primera de las claves.


La segunda era aprovechar cualquier ocasión o, incluso, error del rival. Y se produjo paradójicamente tras un regalo de Alberto Moreno, canterano sevillista. Pérdida absurda de balón, llega tarde para corregir, penalti y gol de Ben Yedder de nuevo. En solo 15 minutos, el Sevilla y su afición creían en el milagro. Eran los mejores momentos sevillistas, desaparecidos del mapa los inglses. Llegaron las ocasiones sevillistas, con nuevo disparo al poste incluido. Pero aún faltaban dos claves más para lograr la hazaña.


Por un lado, que el Liverpool desaprovechara las ocasiones que con seguridad tendrían a la contra, ya que a los movimientos de Klopp desde el banquillo, se unía el bajón físico sevillista y su posición atacante. También se cumplió. En los últimos 10 minutos tuvieron los ingleses hasta 3 ocasiones para cambiar el sino del partido. No lo hicieron.


Por otro lado, que aparecieran los hados, esa suerte fundamental para todo el que busca conseguir un fin. A esas llegó el descuento. Llegaban buenas noticias desde Rusia, el Maribor empataba. Córner botado por Sarabia en el minuto 93, varios rebotes, y el balón cae a los pies de Pizarro que lo empuja a la red. Éxtasis en Nervión, parecía un título, quizás incluso fuera tan importante como eso. Se olvidó la primera parte, los problemas defensivos, la falta de centrales en la plantilla, las rotaciones de Berizzo, la falta de gol... Solo una frase en el pensamiento de los sevillistas: "dicen que nunca se rinde..."

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