Los grupos sociales y las luchas de clase

|


Cosme modolell 2

Aunque hoy día algunos, incluso que se llaman de izquierdas, nos digan que la lucha de clases es cosa del pasado, diversos hechos nos constatan que está más presente y virulenta que nunca. La crisis económica, cuyos costes los están satisfaciendo exclusivamente los más débiles a favor de los poderosos que siguen aumentando sus fortunas, mientras las mayorías se depauperan. Los recortes en servicios sociales y del llamado estado del bienestar, que hasta hace poco intentaban repartir con algo de equidad la riqueza que entre todos generamos, con la consecuencia del aumento de los índices de pobreza en todo planeta. La depredación de los recursos naturales del llamado tercer mundo, con la consecuente salvaje explotación de poblaciones enteras, hasta el punto de obligarles a emigrar y jugarse la vida cruzando un mar Mediterraneo que hoy ya es un enorme y vasto cementerio, o quizás mejor decir moderno campo de exterminio donde se amontonan las víctimas anónimas de la insolidaridad, el egoísmo y la crueldad de un mal llamado mundo civilizado.


Esta situación no es más que una señal clarísima que la clase dominante, la de unos pocos privilegiados que hacen sus fortunas explotando a los demás, luchan con todas sus fuerzas para conservar sus privilegios en el nuevo mundo que se avecina tras la revolución digital en la que estamos inmersos y de la que ya hemos hablado en otros artículos de este mismo blog.


Sin embargo la reacción a este clarísimo ataque, por parte de las clases medias y asalariadas, al menos según mi percepción, está resultando prácticamente nula, por cuanto las organizaciones que les son propias como los sindicatos por ejemplo no parecen estar por la labor, no solo en España si no en cualquier país del mundo, quizás no supimos dar la dimensión adecuada a las consecuencias de la revolución neocon que en los años 90 del pasado siglo XX procuraron Margaret Tatcher y Ronal Reegan en que consiguieron anular por completo las Trade Unions en Inglaterra y a los Sindicatos estadounidenses.


Pero como si de setas se tratara, han ido apareciendo unos grupos sociales altamente reivindicativos, como el Feminismo, o los LGTBI por ejemplo que han adquirido carácter internacional, reivindicando el fin de una marginalidad que hasta el momento tanto desde la derecha como desde la izquierda se había sometido a las personas que ostentan esta condición. Yo soy de los que apoyan incondicionalmente las reivindicaciones de estos grupos, pues no creo se debe discriminar a nadie, ni por su género ni por su orientación sexual, así como tampoco por su raza o condición social, todo el mundo es digno de respeto y se debe buscar su colaboración en la construcción de una nueva sociedad más justa e igualitaria. Lo que me sorprende es que algunos, pienso que con malévola intención, intentan dar una dimensión a las reivindicaciones de estos grupos que no tienen, a mi entender de ninguna de las maneras, y son aquellos que pretenden que las reivindicaciones de los derechos LGTBI o de la mujer son la lucha de clases actual y esto amigos no debe ser así de ninguna de las maneras.


También han aparecido otros grupos de inspiración anarquista, como los chalecos amarillos en Francia, que sin unos objetivos claramente definidos se enfrentan al poder desde el desorden público, con las fuerzas de seguridad del Estado. Esto lo intentó Podemos en España en los inicios de esta formación pero fracasó totalmente, así como el Movimiento Cinco Estrellas en Italia, que tras ganar las elecciones ha quedado totalmente desaparecido detrás de la extrema derecha.


Para unos buenos resultados en la lucha de clases, por lo que se refiere al bando de las clases medias y asalariadas, es imprescindible la unidad y conciencia de clase, todo lo demás son inventos extraños que no llevan a ningún sitio si no al desastre más absoluto, por la división y el enfrentamiento. Es necesario que la socialdemocracia la única fuerza que se ha demostrado capaz, históricamente, de aglutinar a las clases medias y bajas, despierte de una vez en Europa, de la misma manera que lo ha hecho en España, es necesario que las centrales sindicales recojan de nuevo el testigo y el liderazgo y se adapten con rapidez a los nuevos tiempos y formas de lucha que son bien distintas a lo que estaban acostumbrados. Todo para evitar que la totalidad de las ventajas que la nueva sociedad del futuro nos depara, queden en manos de unas pocas élites de privilegiados y la explotación de las mayorías siga por los siglos de los siglos.

Sin comentarios

Escribe tu comentario




No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.