'La isla mínima' arrasa en los Goya con diez galardones

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Triunfo incontestable de ‘La isla mínima’ en los Goya. El filme de Alberto Rodríguez, con la participación de Atresmedia Films en la producción, ha terminado la noche con 10 premios de los 17 a los que optaba. Todo ello, en una gala arrítmica que acabó alargándose tres cuartos de hora más de lo previsto.


“Alberto Rodríguez, viva la madre que te parió”, proclamaba un Javier Gutiérrez que cumplía los pronósticos y se llevaba el Goya al mejor actor, por su poderosa encarnación del policía de homicidios desplazado a las marismas del Guadalquivir. ‘La isla mínima’ también se llevó los galardones a mejor película, director, guión original, actriz revelación, música, montaje, vestuario, fotografía y dirección artística.


En cuanto a sus competidoras, ‘El Niño’ de Daniel Monzón tuvo que conformarse con cuatro premios, tres técnicos y uno a la mejor canción original para India Martínez. Por su parte, el nombre de ‘Magical Girl’ se oyó una vez al subir al escenario: fue el momento en que Bárbara Lennie acudió a recoger su estatuilla, la que la reconocía como mejor actriz protagonista del año.


Dani Rovira, la estrella de la noche, hizo “un Rosa María Sardá”


Dani Rovira ha sido el otro gran protagonista de la noche: ejerció algo nervioso aunque con soltura de maestro de ceremonias, y por si fuera poco, hizo “un Rosa María Sardà”. Así, se impuso en la categoría de actor revelación por su trabajo en ’8 apellidos vascos’.


Un premio, este, que dedicó a Clara Lago, compañera de reparto y pareja. “Yo me quedo la peana, y tú el cabezón”, le dijo. Al comienzo de la emisión, él ya se había acordado de ella: “Si me lo permitís me parece que las nominaciones hay una ausencia clara”, dejó caer de forma velada, sin que el público llegase a captar la mención, a juzgar por el breve silencio posterior. El beso que se dieron fue, quizás, uno de los grandes momentos de la noche y rubricó la noche del cómico malagueño.


Por lo demás, la producción de Mediaset hizo valer su pujanza en las taquillas y terminó la víspera del domingo con reconocimiento a Carmen Machi y Karra Elejalde. Los dos quisieron dedicar sus respectivos “cabezones” a los desaparecidos Amparo Baró y Álex Angulo, respectivamente. Los tres actores premiados se acordaron también en sus discursos de su director Emilio Martínez-Lázaro, ausente en las nominaciones; no así de la dupla de guionistas responsables, Borja Cobeaga y Diego San José, recordados en las redes sociales.


Humor blanco, aunque con pullitas a Wert


Si por algo destacó la vigésimo novena edición de los Premios Goya fue por el sentimiento reivindicativo que impregnó buena parte de los discursos. Unos y otros destacaron el papel de esta industria en el estado, aprovechando la presencia de José Ignacio Wert, y desearon buena ventura a las nuevas generaciones de profesionales que se abren camino. Así lo demostró la contundencia del monólogo inicial de Rovira, que recordaba las cifras obtenidas en el anterior ejercicio por las películas candidatas; o las palabras pronunciadas por el presidente de la Academia, Enrique González-Macho, que incidió en la necesidad de la bajada del IVA y del impulso a las nuevas generaciones.


Eso sí, siempre desde un tono relajado y eminentemente cómico. Rovira puso en práctica un humor blanco, deudor de su experiencia en el monologo, que fue bien recibido por la platea y por los espectadores, y así lo hicieron ver en las redes sociales. No hizo, pues, demasiada sangre con la presencia del Ministro de Educación, Cultura y Deporte, al que se tomó la libertad de tutear. “Lo mismo estás extrañado porque no te estamos echando mucha cuenta”, se dirigió a mitad de ceremonia. Con todo, tampoco se podría hablar de una ceremonia relajada para el político: “Amigos de la cultura y del cine español. Señor Wert, usted no está incluido”, le lanzó Pedro Almodóvar al presentar el galardón honorífico a Antonio Banderas.


Una gala arrítmica, que empezó fuerte, pero se alargó cerca de una hora


No faltaron los ya habituales números musicales: hasta cuatro en las cerca de cuatro horas de emisión, aunque hay que decir que su consecución fue más briosa que en años anteriores (Adrián Lastra y Dafné Fernández entonaron el mea culpa por el “desastroso” número de 2014). Tampoco fue un evento parco en lágrimas: desde una compungida Nerea Barros, a la que observaba orgulloso su pareja, Juan Ibáñez de ‘El Hormiguero’; a Antonio Banderas, a quien se le quebraba la voz al dedicar su efigie a su hija Stella del Carmen; pasando por una emocionada Natalia Tena aplaudiendo al director de ’10.000 Km’, Carlos Marquet-Marcet.


Todo ello fue servido en una gala que empezó con fuerza y fluidez, pero que fue estancándose con el paso de los minutos. Al final, Penélope Cruz entregaba el galardón a mejor largometraje a los responsables de ‘La isla mínima’ más de media hora más tarde de lo previsto. ‘La piel que habito’, que debía servir como acompañamiento a la ceremonia, empezó a las 01:49 horas de la noche.


La realización evidenció problemas de sonido evidentes en las actuaciones (deslucido, siendo comprensivo, quedó el “hombre orquesta” Alex O’Dogherty junto a El Langui), así como decisiones de planificación discutibles. Y, por más que se previno a los inminentes premiados del valor de ser escueto (ese cronómetro con un minuto de límite en la pantalla), los que subieron al atril no pudieron evitar alargarse más de lo deseable.

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