A ERC se le cayó la 'E' definitivamente

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Cosme Modolell

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Laura Borras, pronunció hace unos días, la Joseantoniana sentencia, “JxCAT. Es una formación transversalmente ideológica; No es de derechas ni de izquierdas” cuestión que determina bien claramente la situación de los herederos de la extinta CiU en la derecha del espectro político español, de la misma manera que se situó la Falange Española, en los años 30 del pasado siglo XX.

Mientras, los que se hacen llamar la Izquierda Catalana como es ERC con su sumisión y acatamiento a todo lo que se dicta des del Sancta Sanctórum de Waterloo después de haberle concedido la segunda autoridad de Cataluña a la ínclita Laura Borras, se disponen a conformar un gobierno donde, aunque ellos ostenten la presidencia de la Generalitat, seguirán a pies juntillas todo aquello que determine el Sumo Pontífice. Carles Puigdemont, o sea confrontación con el Estado Español, rotura de la mesa de dialogo, e una nueva declaración unilateral de la independencia.

Resulta proverbial la cobardía de los dirigentes de ERC, que con tal de no ser acusados de traidores y botiflers a la causa del independentismo, han sido capaces de tirar por la borda una mayoría de izquierdas en Cataluña surgida de las urnas el pasado 14 F ( PSC, 33 diputados, ERC 33 diputados, 8 de Podemos, un total de 74 diputados), para librarse en cuerpo y alma una derecha, que ha demostrado una y mil veces que solo pretenden fagocitarlos al amparo de un ideal totalmente periclitado como es el independentismo.

Unas pocas semanas atrás, y dadas las divergencias que durante toda la pasada legislatura mantuvieron las dos principales fuerzas independentistas, nos hicieron creer a los catalanes que en ERC se hubiera despertado de nuevo su consciencia social y que dada la crisis económica que sufriremos en Cataluña, consecuencia de la Covid-19 estaban dispuestos a aparcar su reivindicación nacional para concentrar los esfuerzos, en la recuperación del país. Pero no ha sido así y lamentablemente hemos visto, como ha podido más el ánimo de venganza de Oriol Junqueras hacía el PSC y el nihilista deseo de o todo o nada, léase la independencia, o la destrucción total, que también parece guiar a Puigdemont desde Bruselas, situación en la que la CUP, nihilista por naturaleza, se encuentra comodísima.

Cuesta entender que después de 10 años de gobiernos independentistas en Cataluña, y en particular la inacción total del que encabezó Quim Torra, la burguesía catalana, siga apostando por JxCat y ERC después de los continuos fracasos de estas formaciones en las labores de gestión, que han situado a la que fue el motor de la economía española a un paso del precipicio. Solo entendiendo los cambios que la burguesía catalana ha experimentado los últimos años, podemos encontrar una explicación razonable al tema.

Veamos, desde los tiempos de la revolución Industrial, Cataluña se había caracterizado, por su carácter emprendedor e innovador, que le había llevado a ser el motor económico de España, con una industria puntera, no solo en nuestro país, sino en toda Europa. Un sector industrial basado en las pequeñas y medianas empresas, la mayoría de carácter familiar, consiguieron solventar los duros años del franquismo, cuando los mercados exteriores se encontraban prácticamente cerrados. Sin embargo, hacía finales del franquismo, una nueva generación de empresarios catalanes descubrió, que sus beneficios aumentaban muchísimo si canalizaban su capital, hacia la especulación en lugar de seguir en la producción de bienes y servicios. Así que sin dudarlo un momento y aprovechando la crisis económica mundial de los años 70, no dudaron en cerrar sus factorías, vender los terrenos y dedicarse primero a la especulación inmobiliaria y posteriormente a la bolsa y a todas las demás burbujas especulativas del sector financiero.

Ni tan solo el estallido de la crisis financiera del 2007, les hizo comprender el error cometido y cuando vieron que la UE, pretendía abandonar la economía de casino, para regresar a lo verdaderamente positivo y tangible como es la producción de bienes y servicios, en un acto de desesperación extrema, se lanzaron a la aventura independentista, primero de la mano de Artur Mas y la antigua CDC y posteriormente y solo en parte, de ERC, a la que han sabido controlar, con el fin supremo de salirse de la UE y configurar Cataluña como un nuevo paraíso fiscal que les permita seguir con el sistema que les proporciona suculentos beneficios.

Es a partir de este momento que a ERC le empieza a tambalear la E de sus siglas, hasta el punto de que en estos días estamos viendo como la entrega de sus dirigentes a la causa de la burguesía es total anteponiendo la utopía independentista, por encima de cualquier valor social propio de la izquierda, haciendo una lectura muy equivocada de los resultados electorales de las elecciones del 14 F.

Cataluña no debería perder la oportunidad que se nos brinda desde la UE y España de cambiar el paradigma económico y adaptarlo al nuevo siglo XXI, dentro de los cánones de la justicia social y el reparto más justo de la riqueza generada., pero para ello es absolutamente necesario que las clases populares asuman de verdad el poder y desde el gran valor de la solidaridad universal, y se reconduzca la situación encarrilando de nuevo la senda del progreso.

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