Túnez y Egipto, pena de muerte a la Democracia

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al_zakan.jpgAl-Hakam Morilla Rodríguez

Coordinador Nacional de la Mesa Nacional de Liberación Andaluza


El poder político, si carece de controles democráticos de la sociedad civil, engendra peores males que los que trata de combatir. Ese río revuelto de la ausencia o debilidad de libertades garantistas constituye el escenario ideal para hacer grandes negocios con gerifaltes, sin incómodas moscardas de la competencia. El caldo de cultivo del despotismo y la corrupción impunes, generador de miseria, también representa fértil terreno para inculcar el fanatismo criminal entre los depauperados por la avaricia de unos pocos, esforzándose en volver al ciudadano súbdito.


El clericalismo o fascismo religioso, enemigo de las cosmovisiones abrahámicas, al igual que cierto ‘comunismo’ dogmático, esclerotizado, feroces adversario de la democracia, ambos venenosa simiente de la penuria, eclosionan en el inducido miedo permanente. Por ello se da con toda naturalidad la colaboración de doctrinas totalitarias, exclusivistas, con el insaciable afán de lucro de los opulentos. Las paranoias fanáticas terroristas de los mercenarios psicópatas en Siria e Iraq, o imitadores abducidos sin luces, no podría suceder sin sufragarlo millonarios jeques, y ampararlo la geoestrategia imperialista de la OTAN. El capitalismo militarista del dictador egipcio al-Sisi no sería posible sin las persecuciones neoinquisitoriales del Islam y de una real Democracia. Perros de presa y cazadores se aúnan para que siga vedado el coto privado de sus inconfesables intereses ocultos.


La vieja Doctrina del Shock mediatizado de continuo, para que entre las medidas de emergencia repten sigilosos los usureros, a hurtadillas de la ley y la opinión pública. Si los hijos de las Termópilas están a punto de doblar la rodilla ante los grandes buitres financieros, en la misma Europa, ¡qué son para ellos los famélicos habitantes del Nilo o nuestros empobrecidos tunecinos, víctimas de faraonismos generaciones enteras!


La barbarie de los esbirros de la codicia, con ensangrentado uniforme de pardo sapo egoísta en Egipto, o travestido de negra cucaracha cobarde en Túnez, no debe hacernos retroceder. Los objetivos que anhelan los expoliadores genocidas de pueblos señalan, a la contra, el camino a seguir. La milenaria Civilización de las Mil y Una Noches que pretenden usurpar con sus masacres siempre bien mediatizadas, nunca conseguirán hacérnosla aborrecer. La legítima lucha por dotarnos de un verdadero Estado democrático, controlado por la ciudadanía y con sus tres poderes independientes, tampoco lograrán arrebatárnosla. Frente al oscurantismo de las alimañas sicarias del imperialismo del dinero, la Luz de la libertad, igualdad y fraternidad que floreció en la Ilustración francesa y por la que se esforzaron en vida los mayores sabios andalusíes, no debemos bajar la guardia sirviendo a sus infames propósitos.

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