Los presutuertos

La comunicación política va camino de convertirse en el mecanismo por el cual hay que saturar tanto al electorado para así evitar que tenga el tiempo suficiente de descanso intelectual para que no pueda procesar ningún tipo de información electoral.

El pasado martes, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Montoro, entregaba a Jesús Posada, en su calidad de presidente del Congreso de los Diputados, el proyecto de presupuestos de 2016, dando así el pistoletazo de salida para su tramitación. Y ríanse ustedes de la famosa foto en la que en un pueblecito de escasos 8.000 habitantes de Granada (Alhendín) se juntaron 14 representantes públicos para inaugurar una rotonda a la que no pudieron faltar el entonces presidente de la Diputación provincial, Sebastián Pérez, junto a su, faltaría más, vicepresidenta primera, Luisa García Chamorro, así como el alcalde de Alhendín y un séquito que sumaba la friolera de cerca de una quincena de politícos que no tuvieron problemas con los medios gráficos a la hora de posar porque sobra decir que había más representantes públicos que medios de comunicación allí apostados esperando tomar una instantánea de tan importante acontecimiento (los representantes públicos a duras penas cabían todos dentro del diámetro de la rotonda que pretendían inaugurar).

Pues dirección al Congreso de los Diputados iba el ministro Montoro para entregar a Posada el proyecto de los presupuestos de 2016 cuando por el camino se le unieron los secretarios de Estado de Presupuestos, Marta Fernández Currás; de Hacienda, Miguel Ferre; de Administraciones Públicas, Antonio Beteta y la secretaria general de Coordinación Autonómica y Local, Rosana Navarro, y allí pudimos verles a todos sonrientes a las 10:00 en el Patio de Floridablanca de la Cámara Baja, ayundado al ya veterano político a llevar el peso de la documentación que guardaba en su pen drive.

La vertiente política de unos presupuestos se caracteriza por incorporar los elementos de las relaciones entre los agentes públicos y privados que participan en el proceso. En este sentido, el proceso presupuestario y el presupuesto mismo se diseñan para servir, en primer término, a una función política, realizando elecciones de carácter político de acuerdo con criterios de racionalidad política más que de racionalidad económica, siendo los presupuestos, en definitiva, un instrumento vital tanto para ganar soporte político como para sostenerlo.

Con esta premisa obvia decir que la decisión de adelantar la aprobación presupuestaria es para que el partido del Gobierno introduzca en la agenda de los medios de comunicación aquellas medidas que ellos consideran que han mejorado gracias a su etapa al frente del Ejecutivo. Pero en este juego de no dejar pensar al votante no habían pasado ni dos horas desde que Montoro entrega a Posada la documentación económica cuando la oposición en pleno saltaba al cuello del ministro de Hacienda. Se le puede criticar el oportunismo político, pero es materialmente imposible que nadie se haya podido leer 1/10 parte de los datos presentado por el ministro.

Pero una cosa me van a permitir que le recuerde a quien corresponda; para atender a los 445.000 dependientes que hay en España se necesitarían 3000 millones de euros -una cifra significativamente superior a los 1.162 que recogen los números que ha presentado Montoro-. Si se sigue incrementando anualmente en 70 millones la partida destinada a este gasto que recogen los Presupuestos Generales del Estado de 2016 se tardaría 25 años en cubrir a todos los dependientes de nuestro país. También se me viene a la cabeza que en 2010 se le quita a los trabajadores públicos el 5% de su sueldo y tras tenerles el salario congelado durante el siguiente lustro (5 años), viene el Gobierno de turno a proponer una subida del 1%. Una regla de tres simple y seis años después se le sigue debiendo un 4% a estos empleados, así que no entiendo algunas sonrisas vendiendo estos presupuestos como los de la recuperación. Es como si tras arrancarnos un ojo, ahora nos regalasen uno de cristal.