​Arranca la Feria del Libro de La Rinconada con el pregón del escritor Víctor del Árbol

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La novena edición de 'Estación de las Letras' se prolongará hasta el 21 de junio y reunirá en torno a los libros y las letras a alrededor de medio centenar de autores


Feria del libro la rinconada 2022

El Centro Cultural de La Villa ha acogido el pregón de la IX edición de la Feria del Libro de La Rinconada que ha realizado el escritor Víctor del Árbol, en un acto que ha contado tanto con alumnado de los IES locales como público. 'Estación de las Letras' vuelve a llenar de libros y firmas el municipio durante la primavera, que traerá hasta el 21 de junio las principales novedades, pero también las más importantes distinciones literarias con premios Nadal, Planeta, Premio Azorín, Premio Biblioteca Breve, entre otros. Tambén apoyo a la creación local y provincial, a las editoriales del municipio y con encuentros y actividades para el estudiantado del municipio, según informa el ayuntamiento.

La delegada de Cultura, Raquel Vega, encargada de presentar al escritor catalán, ha definido a Víctor del Árbol como “un maquinista rebelde, un narrador hecho a sí mismo”. “Un escritor capaz de convertir lo que ha vivido o pensado en universal… narrando desde las emociones que nos identifican, porque son precisamente universales”. Vega ha subrayado que para este escritor la escritura es como “respirar” y la literatura le dio “seguridad y protección” y con los libros aprendió “el silencio y el asombro de leer cosas”.

Su amplia trayectoria literaria cuenta con numerosos reconocimientos: El peso de los muertos (Premio Tiflos de Novela 2006); El abismo de los sueños (finalista del XIII Premio Fernando Lara 2008); La tristeza del samurái (Prix du Polar Européen 2012); Respirar por la herida (finalista en el Festival de Beaune 2014 a la mejor novela extranjera); Un millón de gotas (ganadora en 2015 del Grand Prix de Littérature Policière); La víspera de casi todo (Premio Nadal de Novela 2016); Por encima de la lluvia (2017); Antes de los años terribles (2019); El hijo del padre (2021).

“Un proyecto semilla como Estación de las Letras tenía que contar con la palabra de Víctor del Árbol, un escritor que invita a cultivar la inteligencia, a cuestionarlo todo y sobre todo a leer. Porque como él afirma la lectura nos hace libres de una manera que no sabe quién no lee”, ha apuntado la delegada de Cultura.

Tras su presentación, Víctor del Árbol ha comenzado su discurso dando las gracias al público juvenil: “Imagino que estáis por obligación, pero espero que os vayáis contentos de haber venido. Cuando estuve aquí, el año pasado, tuve ocasión de charlar con algunos de vosotros y significó mucho para mí, porque me recordó por qué escribo”. A partir de esa premisa: la escritura, el autor ha querido transmitir por qué ésta es fundamental y leer “lo más increíble que puede pasaros”.

Víctor del Árbol ha expresado que “vivimos en un tiempo en el que lo único que importa es el resultado. Estudiamos para aprobar, hacemos las cosas porque tiene que pasar algo y rápido y, si no, nos aburrimos y pasamos a otra cosa. Vivimos en el tiempo de lo que se llama ‘el sentido práctico de la vida’, solo hacemos, pensamos y decidimos en función del resultado. Ya no tenemos tiempo para la paciencia, para pensar, para perder el tiempo”. Ante esto, el escritor ha subrayado que “perder el tiempo significa abrir el espacio a la imaginación” y ha puesto de ejemplo a Víctor Hugo, de origen burgués, que en su obra maestra ‘Los miserables’ hablaba de los barrios pobres de París que se levantaron contra el gobierno que envió a sus hijos a la guerra. “Cuando le preguntaban a Víctor Hugo cómo había escrito esa novela decía: perdiendo el tiempo”.

Llegados a este punto, el ganador del Premio Nadal con ‘La víspera de casi todo’ ha preguntado: “¿Para qué sirve la literatura, para qué leer, para qué escribir?” y ha compartido un pensamiento: “Antes de que existiera la palabra, antes de que nosotros pudiéramos comunicarnos hablando, cómo era el mundo, sin palabras, sin compartir con nadie lo que sentís, lo que deseáis, a donde queréis ir. Es como estar en una jaula atrapado. Imaginad que ese ser que no tiene el don de la palabra, se le muere un bebé y está delante del fuego y no sabe cómo expresar esa pérdida y, de repente, hace un garabato en el suelo y ese garabato hace que se sienta mejor. A partir de ahí, cada vez que dibuje ese garabato dirá: esto es lo que siento, es pena, es muerte, es duelo. Así se inventa la palabra, para comunicarnos, porque al día siguiente, cuando un compañero suyo pierda a otro cachorro y sienta que no sabe cómo escapar de esa jaula de dolor, se sentará a su lado y le dibujará ese símbolo. Así nace la empatía, que es la capacidad que tenemos de entender al otro y la empatía nace con la palabra”.

Del Árbol también ha hablado de pensamientos y ha querido diferenciar los conceptos “tener pensamientos” y “crear pensamientos”. “Lo que me importa es el pensamiento que yo provoco, crearlos, decidir yo, por mí mismo, qué es lo que quiero pensar”. Y en esos pensamientos propios “tenéis una imagen en secreto que no compartís con nadie. Esa imagen se construye con palabras, porque los seres humanos somos seres narrativos. La humanidad es un relato, a través de las palabras construimos un relato, cuantas más palabras conocemos más rico es nuestro imaginario”.

“Porque si no puedes compartir lo que te pasa es como si no te pasara. Lo que no sabemos nombrar no existe”. “Siempre digo que escribo para mis fantasmas, para alguien que todavía no existe, que me leerá dentro de 100 años y que me conocerá mejor que mi familia y amigos, porque, cuando yo escribo, soy más yo que nunca, cuento cosas que no soy capaz de expresar oralmente, puedo contar cosas increíbles que ni siquiera sé, a veces, de donde me vienen”.

Para todo ello es necesario la imaginación. “El relato, las leyendas, los cuentos… nacen con la imaginación”. Como los juglares, que iban de pueblo en pueblo contando historias fantásticas, de las Cruzadas, de Saladino, de animales exóticos, de caballeros... “Si el juglar era bueno despertaba en la gente su imaginación. Ese juglar luego se iba dejando tras de sí esa huella, despertaba la curiosidad de algunos que, de repente, querían ir más allá y que no sabían que estos poetas se lo inventaban todo”. Porque, para Víctor del Árbol “la imaginación es el poder de la palabra, el mayor tesoro que vosotros tenéis y que nadie os podrá quitar nunca. Si no la alimentáis, si no os atrevéis a ir más lejos que vuestros miedos, vuestra vida será normal y corriente, eso no tiene nada de malo. Pero lo contrario, si os dejáis llevar por la imaginación, si os atrevéis a ser quien queréis ser, vuestra vida será alucinante, viviréis cosas, sentiréis cosas y haréis cosas que ahora ni siquiera sois capaces de imaginar”.

Y le ha hecho una propuesta al público asistente: un libro. “Esa fue la escalera que me ayudó a saltar el muro del barrio donde me crie y, me di cuenta, de que me habían engañado, porque fuera de ese muro lo que había era el infinito, podía hacer lo que me diera la gana, soñar lo que me diera la gana”. Y es que la literatura “me dio la oportunidad de ser el hombre que soy”.

Ha finalizado su pregón dando un consejo al joven auditorio: “No estoy aquí para convenceros de nada, si no queréis leer no leáis, porque la obligación es un principio contrario a la literatura. La literatura es un ejercicio máximo de libertad, cuando encuentras el libro de tu vida, ésta cambia para siempre de una manera que no podéis imaginar. Encontrad ese libro, no veáis lo que ve todo el mundo, no os asustéis de las palabras, de vuestra impaciencia, leed, nadie os exige leer dos horas cada día. Solo os pido un pequeño favor, elegid un libro y dedicadle cada día dos minutos, persistid, un día y otro y otro. Daros a vosotros mismos esa oportunidad, os prometo que dentro de un año estaréis enganchados y descubriréis cómo se abre vuestro mundo… si os aburrís, dejadlo y coged otro, la literatura, como la vida, es infinita. Así que leed, soñad y ser libres, aprended a volar”.

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