​Tomares dedica una calle al restaurador de arte Francisco Arquillo Torres

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El alcalde de Tomares, José María Soriano, ha inaugurado la placa de nomenclatura de esta céntrica calle en homenaje a este vecino "referente contemporáneo en España, Europa y América Latina en la conservación y restauración de obras de arte"


Calle consercador tomares

El Ayuntamiento de Tomares ha dedicado una calle, a Francisco Arquillo Torres, maestro de la restauración, en homenaje a este vecino referente contemporáneo en España, Europa y Sudamérica en la conservación y restauración de obras de arte.

El alcalde, José María Soriano, ha sido el encargado de mostrar la placa de nomenclatura o rótulo de esta céntrica calle que, a partir de ahora, se denominará “Restaurador de Arte Francisco Arquillo Torres”, según se aprobó por unanimidad en el pleno celebrado el pasado 30 de marzo.

Un emotivo acto en el que el alcalde José María Soriano, acompañado por la Delegada Territorial de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte en Sevilla, Mª Carmen Ortiz, y su Equipo de Gobierno, destacó “el gran honor que es tener entre nuestros vecinos a este gran referente de la restauración, cuyo nombre, desde hoy, estará ligado para siempre a la ciudad que eligió para vivir, Tomares”, donde reside desde hace 50 años.

Arropado por su familia y de su hijo, David Arquillo, que también es restaurador, también quisieron acompañar a Francisco Arquillo en este día tan especial numerosos amigos, personalidades del mundo de la cultura y académicos miembros de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, a la que él pertenece también, como Fernando Fernández Gómez, Secretario General de la Academia, el escultor Sebastián Santos Calero, el escultor Miguel Fuentes del Olmo, también vecino de Tomares, y Juan Rodríguez Romero, Director de Orquesta.


“Restaurador de Arte Francisco Arquillo Torres”

Francisco Arquillo Torres, que fuera catedrático de Conservación y Restauración de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, ha desarrollado gran parte de su actividad profesional, entre sus 70 y 80 años de edad, en Tomares. Sus virtuosas manos han restaurado recientemente las imágenes más emblemáticas de nuestro pueblo: la Virgen Ntra. Sra. de los Dolores, el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz que también fue restaurado por él en 2013, y San Sebastián, patrón de Tomares, titulares de la Hermandad Sacramental. Por todo este trabajo, su compromiso y dedicación, el profesor Arquillo ha sido nombrado Hermano Honorario de la Hdad. Sacramental el pasado 26 de marzo en la Función Principal de Instituto.

Suya es también la Exposición “Retrospectiva. Trayectoria artística, 1951-2021” que realizó en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento, del 8 de abril al 8 de mayo de 2021, en la que se pudo ver por primera vez en Tomares, un cuadro de Pablo Ruíz Picasso restaurado por él en 1982. Además, es el autor, junto a su hijo David Arquillo, de la rehabilitación de la capilla de la Hacienda Santa Ana de Tomares, del siglo XVII.

Arquillo, cuya labor artística se mueve entre la restauración de obras de arte y las artes plásticas, es también “el hombre que más cerca ha estado de la Santísima Virgen Esperanza Macarena”, a quien le restauró las manos. Ha realizado también restauraciones tan destacadas de titulares de la Semana Santa Sevillana como del Señor de la Sentencia, el Cristo del Silencio, el Crucificado de la Vera Cruz, la Virgen de la Candelaria, La Paz, la Soledad de San Lorenzo o la Virgen de los Desamparados de la cofradía de Jesús Caído, entre otros.

En cuanto a sus trabajos de restauración de obras pictóricas en caballete destacan la Virgen de la Rosa de la Iglesia de Santa Ana (Sevilla, 1978), “Negro Danger” de Picasso (Sevilla, 1981-1982), el Autorretrato de Vázquez Díaz (Huelva, 1988) o el Autorretato de Goya (Málaga, 1991). Así como obras murales, las Pinturas del Claustro de la Real Academia Española de Bellas Artes (Roma, 1966-1968), las Pinturas del Teatro Nacional de San José (Costa Rica, 1971), las Pinturas de la Iglesia de santa María de la Rábida (Huelva, 1979) o las Pinturas del Camarín del Monasterio de Guadalupe (Cáceres, 1985), entre otras muchas.

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