A Juan Antonio Guillén le conocen en El Cerro como 'Er Guillén' por "su desparpajo, su simpatía, el cariño que transmite a sus vecinos, por la empatía que genera".
El vendedor de la ONCE Juan Antonio Guillén Jiménez se jubila el próximo 5 de julio, el día de su cumpleaños, coincidiendo con el día en que la virgen del Rocío de la Hermandad de la Redención, de la que es capataz, será coronada en la catedral de Sevilla. Tras 14 años vendiendo en su barrio, El Cerro del Águila, la ONCE ha reconocido "su huella de superación humana que deja en la Fundación, entre sus clientes, en su barrio y en sus hermandades".
Según ha informado la ONCE en una nota de prensa, a Juan Antonio Guillén le conocen en El Cerro como 'Er Guillén' por "su desparpajo, su simpatía, el cariño que transmite a sus vecinos, por la empatía que genera". Aunque no todos conocen el relato que hay detrás de su realidad, varios carteles caseros, hechos a mano con rotulador, colocados por todo su quiosco anuncia a Sevilla que se jubila este viernes 27 con una leyenda bien sencilla: "Gracias a todos los clientes y al barrio del Cerro".
En realidad, se jubila el 5, el día que cumple 65 años, pero este viernes de Cuponazo será el último que acuda a su puesto de trabajo después de 14 años como vendedor de la ONCE. "Y será así porque el martes 1 tiene que acudir al Hospital Universitario de Valme a someterse a uno de los 60 ciclos de inmunoterapia que se da cada 21 días y eso le deja fuera de combate durante los días siguientes", han detallado.
"LA ONCE CAMBIÓ MI VIDA"
Antes de entrar en la ONCE fue auxiliar técnico ortopédico en el Hospital de San Juan de Dios de Sevilla y en centros ortopédicos privados. Así, el vendedor ha destacado que "bendita la hora en que entré en esta casa, cambió mi vida". Apenas diez meses después de estrenarse como vendedor la salud forzó un punto de inflexión en su vida.
Contagiado de la hepatitis C como consecuencia de varias operaciones, tuvo que ser intervenido en cinco ocasiones en un pie y seis en el otro. Como hemofílico, las transfusiones comenzaron a formar parte de su rutina y la mascarilla se impuso como una obligación diaria desde mucho antes de que el mundo supiera qué era el Covid. Desde hace tres años y medio, a esa patología "se le ha sumado un cáncer de hígado y otro en el tórax que le obligan a un tratamiento inmunológico cada 21 días, pero ni su oncólogo, ni su jefa de Ventas le desanimaron a dejar el trabajo. Y él ha querido seguir hasta el último día de su vida laboral con las ausencias inevitables que conllevan los días siguientes a los tratamientos por sus efectos secundarios y bajas defensas", han detallado desde la ONCE.
'Er Guillén' es capataz de la Hermandad de la Redención el Lunes Santo, de la Virgen de los Dolores, la patrona de su barrio, la Hermandad del Cerro del Águila, el Martes Santo. El Miércoles Santo lleva el paso del Cristo del Buen Fin. Y el Viernes Santo de la Virgen del Patrocinio de la Hermandad del Cachorro de Triana. Durante 47 años ya, acompañado por sus ángeles guías Paco Reguera, 'El Sastre', y José Antonio Cazorla 'El Pope'. "He sacado también al Corpus y a San Fernando", recuerda orgulloso. Es, por tanto, un hombre muy conocido y querido entre los suyos, en la Sevilla cofrade, aunque la mayoría desconoce el calvario que lleva por dentro. "Me tengo que despedir de mis clientes, que son muchos", ha dicho.
"Para mí el trabajo es salud --ha subrayado-- me he sentido muy gratificado en la ONCE porque me ha ayudado a mantenerme en mi puesto de trabajo y han respetado la situación que tengo".
"Me une a la fe lo que he vivido en casa, con mi madre sobre todo, y lo que he vivido con los amigos, que se crea una gran familia con la Semana Santa", ha explicado. "Pero ser capataz en Sevilla es un privilegio", reconoce orgulloso. "Yo soy amigo de mis amigos, me entrego a todo el mundo y si me ayudan yo ayudo a los demás", sigue contando. "Si me dan, tengo que dar, me doy como se dan conmigo. Si eso es ser buena gente, ser bueno y honrado, pues soy bueno", ha concluido.
El vendedor también ha dedicado un reconocimiento al Hospital Universitario de Valme, "no tengo palabras para agradecer la profesionalidad que hay en el Valme, desde el oncólogo al que lleva las analíticas, les estoy muy agradecido porque me están dando la vida", ha sostenido.
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